miércoles, 21 de noviembre de 2012

!Déjame morir! (Minific) 2.



Gustav Shäfer se encontraba en un bus público, sentado, observando las pequeñas gotas de lluvia caer, chocaban contra el ventanal y rodaban hacia abajo debido al movimiento del colectivo, a su lado estaba Lily, su mejor amiga de la infancia, hablándole acerca de lo mucho que le gustaría irse a estudiar medicina a Cuba, el padre de la chica sin embargo, estaba totalmente en desacuerdo.

¿Por qué los padres siempre tratan de oponérsenos? Pensó el rubio algo molesto.

Y no pensaba así solo por los padres de Lily, también por los suyos y miles de padres mas en el mundo que siempre se oponían a los deseos de sus hijos, ¿Qué tanto podía costarles comprender? Simplemente sus progenitores se cerraban herméticamente ante cualquier aspiración que sus hijos pudiesen tener.

Los hijos no eran marionetas, para hacer lo que los padres quisieran, tratando de manejarlos a voluntad, tenían voluntad propia, deseos y sueños propios ¿Por qué contentarse con un camino forjado para el? Eso no era lo que quería.

Sus padres habían desistido totalmente con él, después de dos años tratando de obligarlo a ingresar a la facultad de derecho, al fin lo habían dejado en paz, Gustav no quería ser abogado, ¿Por qué habrían de obligarlo sus padres a ser algo que no quería?

Observo con cariño las baquetas que sobresalían de uno de los bolsillos de su mochila, que reposaba en sus piernas, el era músico de nacimiento, no era abogado, si no músico, y si eso cabreaba a sus progenitores podían acabar haciéndose la idea, pues la batería era su vida.

—…Entonces papa dijo —continuó contándole Lily— “No iras a un lugar lleno de esa gente” y también dijo “Es demasiado lejos ¿Qué tiene de malo estudiar aquí?” ¡No me entiende! —Casi grito frustrada— ¡No entiende que necesito ayudar a las personas! No estudio medicina por el dinero, lo hago para salvar vidas.

—Lo se Lily —dijo el joven rubio— y créeme que te entiendo, lamento que tu padre no lo pensara un poco mas.

—Oye Gus —llamó ella— si el derecho no es lo tuyo ¿Qué tal la medicina? —Gustav soltó un bufido de incredulidad.

—Ni siquiera puedo salvarme a mi mismo Lily, ¿Cómo salvar a los demás cuando no puedo con mi propia existencia?

—Tienes razón, acabarías matando a tus pacientes —rió ella pinchándole una mejilla con el índice, Gustav soltó una risita mal disimulada y miro por la ventana, ya alcanzaba a ver los sostenedores del imponente Golden Gate, las nubes estaban arremolinadas sobre el puente, y a los lejos se divisaba uno que otro rayo caer.

—Estaba pensando en buscar un trabajo —le comentó Lily— para ahorrar dinero.

— ¿Para irte de aquí?

—Quiero ir a Cuba —exclamó ella con convicción— quiero ayudar a que este mundo sea un mundo mejor.
Gustav no sabía como responder a eso, su amiga era siempre tan soñadora, siempre en pos de los demás, cuando el solamente podía preocuparse de si mismo, de sus problemas, del rechazo de sus padres hacia su vocación, sus comentarios hirientes.

El creía firmemente que ser músico no era igual a ser un vago, después de todo cualquier trabajo es digno pues las personas se esfuerzan en lo que hacen, sin embargo sus padres solían pensar que un trabajo como lo era ser artista, era una perdida de tiempo y de dinero.

— ¡Oh Dios mío! ¿Qué es eso? —exclamó la voz de una mujer mayor, Lily y Gustav alzaron la vista, una señora que estaba sentada en los asientos de adelante se había encaramado a la ventana y miraba algo con expresión aterrada— ¿Por qué están esos chicos ahí?

Gustav se apego al vidrio helado del bus observando atentamente, un par de metros mas adelante, en el carril contrario habían dos coches detenidos en plena carretera, frente al bus habían unas cuantas personas de pie mirando algo, y justo al lado del carril izquierdo, que era el que recorría su bus, habían tres personas en una situación bastante mala, un chico apenas agarrado al barandal del puente, tras este estaba otro con ropas muy anchas y una gorra sujetando sus rastas, y por ultimo, en la calzada estaba un joven castaño sujetando la muñeca del primero.

Gustav no era lento y entendió al instante la situación.

El bus tuvo que detenerse por las personas paradas en plena vía publica observando la escena como atontados, Gustav salto en su asiento buscando su celular, cuando lo encontró se lo arrojo a Lily.
— ¿Gus? —ella le miró con sus ojitos asustados.

—Llama a la policía Lily, rápido, ese chico quiere matarse.

— ¡¿lo dices enserio?! ¡oh mierda!

—Lily, por favor llama a la policía. 

Gustav salio del bus lo más rápido que pudo, no sabía por que lo hacia, pero no se detuvo a pensarlo, llego al lado de los tres chicos que hablaban en voz baja, escuchó al pelinegro decir:

— ...Por favor quítate, no quiero hacerte daño, solo deseo morir —el sujeto detrás de él negó fervientemente con la cabeza, provocando que sus rastas salpicaran ligeras gotitas de agua a los costados, la lluvia los había empapado totalmente, aumentando el riesgo de que pudiesen resbalar.

— ¿Por qué? —preguntó Gustav repentinamente, apareciendo cerca de ellos así de la nada, ganándose la atención sorpresiva de los tres jóvenes— ¿Por qué quieres morir?

—No es tu asunto —contestó el pelinegro esquivando cualquier mirada, Gustav se acerco lentamente a los chicos, e imitando al castaño sujeto la otra muñeca de Bill, brindándole una tímida caricia de apoyo, realmente sentía que necesitaba salvar una vida ese día, por que no había persona en el mundo que no se mereciera otra oportunidad.

— ¿No quieres contarme? —preguntó el rubio suavemente, el pelinegro negó con la cabeza— bueno, esta bien, pero al menos ¿Querrás oírme? 

— ¿Oírte?

—Si, deseo contarte algo.

—Está bien… —accedió el joven suicida, Gustav trato de tranquilizarse para calmarlo a el, su rostro era tan joven… ¿Cómo un chico tan hermoso y pequeño quería cometer algo así? Gustav llevó su otra mano libre a la muñeca de Tom y la aferro también, a pesar de que no conocía a los hombres que estaban rodeándolo, sentía un lazo fuerte con ellos, un lazo que se creaba a través de la confianza, la que pensaba volcar en tres desconocidos, ahora no se trataba de obligar al chico a querer vivir, era acerca de convencerlo de querer vivir por voluntad propia, o si no serviría de nada salvarlo, pues el volvería a tratar de quitarse la vida, una y otra vez.

—Mi nombre es Gustav Shäfer —dijo el rubio suavemente ignorando las gotitas de lluvia y la gente que comenzaba a arremolinarse en los alrededores, atraídas por la morbosidad— tengo 22 años y mi vida es un desastre completo, mi padre quiere que estudie derecho, el es abogado, pero yo no quiero seguir sus pasos, mi vida es la música ¿Sabes? —Agrego soñador— amo tocar la batería, por que eso me hace sentir vivo…
El rubio hizo una pequeña pausa.

—El día de hoy mi padre me dijo que no debí haber nacido —confesó tragándose su tristeza— que soy un vago y un desperdicio de tiempo, el no sabe cuanto me dolieron sus palabras, a pesar de que no nos llevamos bien, es mi padre, y me hubiera gustado tener su apoyo en lo que me gusta hacer, pero se que el jamás lo entenderá —La lluvia aumento en intensidad, las gotas hacían mas ruido al chocar con el suelo. Georg miro al sujeto rubio con algo de admiración, era una buena manera de distraer al joven pelinegro, pues sabía a la perfección que ninguno de los tres iba a irse hasta que lo convencieran de vivir.

—Volvió a botarme de casa —continuo Gustav— ya se le esta haciendo costumbre, aun que siempre me pide regresar, yo estoy cansándome de ello, pues en casa es un infierno, mis padres no dejan de atosigarme con la perfecta vida que tendría si me animara a estudiar derecho, quizás ganaría mucho dinero, pero no seria feliz, estoy seguro, así que estaba pensando en mudarme…

Bill lo miro atentamente, no sabia que pensar de todo ello, quizás después de todo no estaba tan solo en el mundo con sus problemas.

— ¿Quieres contarme por que estas aquí? ¿Por qué quieres hacerte esto? —le preguntó al moreno, negó con la cabeza volviendo a empujar hacia atrás, Georg sujeto también ambas muñecas, la del pelinegro y la del de rastas.

—Entonces déjame hablar a mí también —pidió en un tono de voz suplicante, Bill asintió sin mirarlo, pero sus ojos castaños se volcaron hacia su persona en cuanto Georg comenzó a hablar.

—Yo me llamo Georg Listing —dijo imitando al rubio— tengo 22 años también, vaya el tiempo talmente pasa rápido en mi vida jamás creí sentirme tan viejo, y justo este momento es el que mas parece durar —sonrió con una hermosa sonrisa— mira no se que decir exactamente, no tengo tanto tacto como lo tiene él —señalo a Gustav con un movimiento de cabeza— pero lo único que entiendo de todo esto es que cuando vi que querías morir, me asusté, se que no nos conocemos y que soy un total extraño para ti, pero realmente sentí temor, por que una vida es una vida, y es tan valiosa como cualquier otra…

Bill no quitaba la vista del chico.

—Yo tengo… bueno, tenia seria la palabra, tenía una novia —continuó Georg— estábamos saliendo hasta el día de hoy, durante tres años seguidos —se aclaro la garganta— tres años de mi vida en los que creí ser feliz, puse todo de mi para que resultase ¿sabes? Ella siempre me decía con mucho cariño que quería casarse conmigo y tener hijos, yo también lo daba por hecho, sin embargo comenzaron las peleas hace un par de meses, y mis sospechas de que me engañaba crecieron.

Georg puso una mirada melancólica.

—Mis padres viven en Florida —continuó— yo los deje solamente por estar con ella, por que sus padres son de aquí y ella tenia que volver, por ella vine a vivir a San Francisco, por ella tuve que dejar de estudiar para trabajar en dos o hasta tres lugares a la vez, por que no tengo el dinero suficiente sin la ayuda de mis padres, hoy ella me mando un mensaje de texto diciendo que terminábamos, ni siquiera se digno a llamarme o pedirme que nos veamos, mando todo mi esfuerzo a la mierda junto con nuestra relación.

Tom sintió a Bill destensarse ligeramente, trato de relajar sus músculos, se sentía mas seguro al ver como esos dos desconocidos tomaban sus muñecas con convicción.

—De hecho hoy iba a verla para tratar de salvar lo nuestro, fue cuando paso todo esto, y ese tema desaprecio de mi mente —confesó Georg mirando a sus acompañantes con la mayor convicción posible— ella dejo de ocupar mis pensamientos al igual que todos mis problemas, pues en lo único que podía pensar era en “tengo que hacer algo” pues realmente quería salvarte, ¿Realmente puedo hacerlo? ¿Puedo salvarte?
Bill negó con la cabeza nuevamente.

—Yo… solo quiero morir, si tan solo hubiese saltado ya —el pelinegro sintió a Tom estremecerse tras suyo, ¿Realmente le daba tanto miedo a ese desconocido que muriese? Ni siquiera se conocían ¿Por qué habría de importarle Bill a esas personas?

—Tenia miedo —habló Tom después de callar durante un tiempo, a lo lejos se escuchaban los cánticos de las sirenas de la policía, bomberos , ambulancia o lo que fuera, seguramente alguien los había llamado— cuando te vi sentado al borde, creí que te lanzarías sin mas, estaba tan asustado, el corazón comenzó a dolerme por latir tan rápido.

— ¡¿Por qué te importa tanto?! —Preguntó Bill alterado— ¡No me conoces! ¡No te conozco! ¿Por qué tienes que meterte en lo que no te importa?

—Claro que me importa —aseguró Tom pegándose a la espalda de Bill, quería que sintiera su apoyo, su calor, que supiera que estaba con él. Y que a partir de ese día de algún modo siempre lo estaría.
—Basta por favor —esta vez la voz de Bill sonó totalmente rota por el llanto, Tom sintió los espasmos del pelinegro contra su cuerpo— no digas que yo te importo, no lo tomes a la ligera —sollozó con dolor— no le importo a nadie, por favor…

—Bill —susurro Tom luchando contra las ganas de derramar sus propias lagrimas— Bill, aun falto yo ¿Quieres conocerme Bill? Yo quiero conocerte, quiero saber tu historia.

 Bill siguió llorando desconsoladamente, trato de serenarse y se apego más al pecho de Tom, buscando ese calorcito en su espalda.

—Está bien, habla —pidió Bill.

—Mi nombre completo es Tom Trümper, tengo 20 años, estudio química, la química es la única felicidad en mi vida —declaró triste, ni siquiera el mismo se había dado cuenta de lo mucho que se había cerrado a las personas— no se como introducirme a lo que es mi vida, solo diré que mi padre murió cuando yo era un niño, mi madre no tardo en casarse nuevamente, y mi padrastro jamás me trato como a su hijo, siempre fui un estorbo para el —respiró profundamente para darse valor de confesar sus problemas frente a unos desconocidos, varios uniformados se acercaban, eran policías, Bill se puso visiblemente palido y tenso, automáticamente trato de soltarse de la barandilla.

— ¡No se acerquen! —gritó Georg aumentando la presión sobre ambas muñecas, si caían podría tratar de sujetarlos a como de lugar.

—No te inquietes por mi uniforme —hablo el policía deteneniendose con una seña mando a los demás a retroceder lentamente, y mantener a la gente a raya— todos somos seres humanos, y deseamos ayudarte ¿No quieres bajarte ya del borde? 

Bill sacudió la cabeza, negando fervientemente.

Gustav miro a Tom intensamente, invitándolo con la mirada a continuar con su historia, Tom carraspeo bajito y hablo nuevamente.

—A los quince años me peleé con mi padrastro, incluso llegamos a los golpes, el era mas fuerte que yo en ese entonces, cuando el me golpeó mi madre vio todo, y en lugar de defenderme, se puso de su lado, la cara de preocupación que puso al verlo con solo unos raspones me rompió el corazón, pues no le importaron mis heridas yo estaba mucho mas hecho mierda que ese cabrón, créanme, tenia un par de costillas rotas, mi madre nunca se enteró— Tom sintió una caricia en la mano izquierda que era sostenida por Gustav, siguió hablando— cuando pude volver a caminar me fui, abandone mi casa, y mi padrastro me grito que no vería ni un solo centavo de su bolsillo si salía por esas puertas, jamás mire atrás.

Bill volteo ligeramente para ver a Tom.

—No tenia nada, solo una maleta y lo que traía encima, no supe que hacer así que dormía en las calles, conocí muchas personas en mi situación comencé a juntarme con ese tipo de gente —continuó Tom con tristeza— consumía drogas también las vendía, robé, comí de la basura, hasta que un día me arrestaron, la cárcel fue la peor experiencia de mi vida, estuve dentro solo cinco meses pero cada minuto dentro de ese lugar era un infierno, cuando me dejaron libre busque un trabajo, y trate de entrar a la universidad, lo logre después de un año tratando, y conseguí un departamento, que comparto con un par de chicos para pagar el alquiler entre todos, estoy becado en la universidad por mis notas, si no, tampoco podría pagarla.

Tom sintió un nudo en su garganta recordar todo eso de su pasado le traía muy malas sensaciones, pero el no quería morirse como el chico entre sus brazos, tan débil y de algún modo tan inocente, Tom trato de aguantarlo.

—Y ahora mi madre me llama muchas veces, como si nada hubiera pasado, ella es tan hipócrita, si no me hablara y se comportara como la “madre preocupada” sus amistades podrían sospechar que en realidad yo estoy viviendo un infierno mientras ellos disfrutan del dinero que fue de mi padre, trata de comportarse como una madre, siempre esta criticándome algo, mis rastas, mi ropa, mi música, el piercing en mi labio, me pide que regrese a casa, ¡Como si yo me hubiera ido por capricho! Hace varios días viene chantajeándome con el asunto de su aniversario, cumple cuatro años de casada con el hombre que un día casi me mato a golpes, ella me llamo hoy para amenazarme con ir a mi departamento si no iba a si ridícula fiesta.

Georg miro al sujeto sintiendo de alguna manera que no era el único con problemas en el mundo, luego miro a Gustav y por ultimo a Bill, y se sintió menos solo de lo que se había sentido jamás, estaba seguro de que los demás sentían lo mismo, incluido el pelinegro.

—Justamente ahora iba de camino, y sucedió todo esto, mientras ellos dan enormes cenas de gala en el chalet de mi padre yo tengo que sobrevivir a base de pizza y con el trabajo que tengo, sin embargo lo soporto, pues si no fuera independiente estaría a merced de mi madre y el infeliz de su marido, ellos se volverían una piedra en mi camino, se que esa mujer me dio la vida, y le agradezco, solo lamento que no pudiera hacérmela feliz. 

Bill acabó de girar su cuello para mirar a Tom, el de rastas observo su hermoso rostro, su maquillaje estaba corrido por las lagrimas derramadas, pero aun así era tan lindo, Bill suspiro bajito y volvió a mirar al frente.
—Bill, no sabes cuantas ganas tuve de morir cuando sufrí tiempos difíciles, la vida en las calles fue horrible pero soportable, pero la vida en la cárcel fue lo mas espantoso que pude vivir y quise matarme muchas veces, pero a ultimo momento me detuve, ya que quería demostrar que podía hacer algo bien en mi vida —continuó Tom— Aun que todos me dejaron de lado y estaba solo, sin embargo, sin que nadie me ayude, logre salir adelante por mi cuenta, si yo pude, ¿Por qué tu no?

 —No es lo mismo —jadeo Bill negando con la cabeza. 

— ¿Por qué no es lo mismo? —Pregunto Georg— no hay nada de lo que no te puedas recuperar.

—Georg tiene razón —dijo Gustav— sea el problema que sea siempre hay una solución, y nosotros podemos encontrarla.

—Bill —llamó finalmente Tom— cuéntanos… ¿Por qué estas aquí? 





Bill sintió dos calientes lagrimas deslizarse por sus mejillas.

—Mi… mi nombre —comenzó al fin— es Bill Kaulitz, tengo 17 años y hoy fue el peor día de mi vida —su voz sonaba totalmente destruida, perdidas las ganas de vivir, Tom estaba seguro de que trataba de aguantarse el llanto para poder hablar bien.

— ¿Por qué? —preguntó Gustav suave.

—Mi-mi padre —continuo Bill— el no me cree.

— ¿Qué es lo que no te cree?

—Que mi hermano mayor me lastima, todas las noches —Bill soltó un sollozo y comenzó a llorar muy tristemente, Tom se tenso al oír esto, una ira lo invadió totalmente, ¿Qué significaba “lastimar”? ¿Bill era…tocado por su hermano mayor? No, era mejor no sacar conclusiones precipitadas, prefirió escuchar a Bill muy atentamente.

—Mi mamá se fue con otro hombre —continuó suavemente Bill— y papá siempre dijo que fue mi culpa, que por mi culpa mamá se fue, después llego esa mujer —Bill se estremeció del miedo— Estela, ella se caso con papá, y su hijo Cristian, mi hermanastro, el siempre me odio, papa lo prefiere mas a él, cuando Estela y Cristian me tratan mal, mi padre no dice nada, un día llegue al hospital por que rompieron una de mis costillas, papá invento que me había caído de un árbol.

Gustav miro con indignación al chico, ahora reconocio al chico por la televisión, el padre de Bill era Jorg Kaulitz, quien era empresario poseedor de una fábrica de autos de carreras, multimillonario, y no podía creer que fuera un monstruo que lastimaba o dejaba que lastimasen a su hijo.

—Después Estela se quedo embarazada y todo fue peor —siguió Bill, el llanto volvió a atacarlo, durante unos instantes solo se escucharon los desgarradores sollozos del pelinegro, Tom se apego lo mas que pudo a él— Cristian comenzó a comportarse raro conmigo —sollozo— me quitaba la ropa en la noche para tomarme fotos, me amenazo con mostrárselas a todos si yo no… —Bill se mordió el labio tan fuerte que un hilillo de sangre chorreo por su mandíbula.

—Desgraciado —siseo Georg sintiendo un nudo en su garganta— Bill… ¿El te obligo? —el pelinegro asintió, provocando un escalofrío en sus oyentes con la confirmación.

—Me hizo que… se la… en mi boca—mascullo inconexamente en un susurro— dijo que quería ir mas lejos conmigo, y tuve miedo, por eso lo golpeé ayer…

Tom apretó con fuerza el barandal luchando contra sus ganas de romper algo, respiro fuertemente tratando de controlar sus emociones, Bill continuo hablando.

—Y por que no quise acostarme con el, le mostró las fotos a mi papá —Bill volvió a estremecerse— le dijo que yo me insinuaba, con él todas las noches, que iba a buscarlo como… como una puta en celo, y como era de esperar papá le creyó, mi padre me dijo de todo, me desheredo miles de veces y mando a encerrarme en mi cuarto sin comida ni agua, yo tenia miedo, por que dijo que después se ocuparía de mi, que no era posible que tuviera un hijo marica —Bill sollozo fuertemente casi gritando, Georg recorrió su agarre hasta el codo del pelinegro tratando de brindarle apoyo.

—N-ni siquiera —aspiro aire sin dejar de llorar— ni si quiera me escuchó —lloro desoladamente— trate de e-explicarle que yo nunca me había insinuado, que era el quien me obligaba… 

—Oh dios Bill —jadeo Tom antes de hundir su nariz en la nuca de Bill.

—Saki, mi guardaespaldas, me ayudo a escapar —siguió entre sollozos el pelinegro— él es el único que me cree, siempre que me golpeaban el me curaba a escondisas, papá lo descubrió un día lo despidió, le aseguró que nunca mas volvería a encontrar empleo —Bill se atoro ligeramente por el llanto sin embargo continuo— papá puede hacerlo si se lo propone, el tiene mucho dinero, seria fácil para el hacer que todos rechacen a Saki el nunca encontrara otro empleo, y todo eso por mi culpa, cuando me quitaron la vista de encima, me escape subiendo por uno de los árboles, mi padre me llamo al celular esta mañana, dijo que en cuanto me encuentre me internará en un sanatorio, por que solo soy un marica, supuestamente en ese lugar me sanaran, pero yo no quiero ir a un manicomío… —Bill se callo repentinamente al ver cámaras de los reporteros a lo lejos, si su padre lo veía en la televisión seria su fin.

—Mierda, cuanto lo siento Bill —dijo Gustav— pero no les des el gusto de rendirte, yo no me rendí ante mi padre, tampoco te rindas ante el tuyo, demuéstrale que puedes ser feliz y salir adelante.

Bill observo como las cámaras se acercaban por entre la gente, como los policías trataban de controlar la situación pero mas gente había llega atraía por la curiosidad, y creyó ver una cabellera castaña corta entre la multitud, muy parecida a la de Cristian ¿Y si era el? ¿Qué tal si estaba ahí para llevárselo? El no quería sentir más dolor, no quería que lo golpearan mas, ni que lo trataran como a basura, no quería quedarse a solas con Cristian, y tenia miedo de cada integrante de su familia, no podía volver a esa casa lo matarían lenta y dolorosamente, prefería morir de una manera rápida y sencilla.

Había sido un iluso al pensar que esos tres desconocidos podrían ayudarle, ellos eran chicos muy buenos, pero no podrían hacer nada contra su padre, el fácilmente podría hacerles la vida imposible, y no quería causarles problemas, ni darles lastima todo el tiempo. Definitivamente no quería vivir.

— ¡Por favor! —gritó Bill llorando— ¡Déjame morir! ¡No lo entiendes! ¡Si el me encuentra va a lastimarme! ¡Ya no quiero sentir dolor! ¡Basta!

Bill se removía inquieto entre los brazos de los tres hombres que trataban de sujetarlo lo mejor posible.

— ¡Bill! —gritó Tom, las lágrimas lo traicionaron, trato de que Bill no notara que estaba llorando, y darle fuerzas— ¡Bill por favor confía en mi! ¡No dejare que nadie te lastime! —pidió por sobre el llanto de Bill.  
— ¡¿No escuchaste?! ¡Dije que quiero morir! ¡Déjame morir! ¡Tom, déjame morir! 

— ¡Bill! —exclamó Gustav totalmente desesperado, eso se veía muy mal— Tom esta arriesgando su vida por ti, por favor comprende…

— ¡No! —chilló Bill con todas sus fuerzas— ¡Ustedes son los que no entienden! ¡Ya no quiero sentir mas dolor! 

En un brusco movimiento Bill se deshizo de las manos que sujetaban sus muñecas y se impulso hacia atrás, un miedo enorme lo embargo al darse cuenta de lo que había echo, estaba cayendo, y Tom caía con el, iban a morir, el iba a ser causante de la muerte de Tom, el chico lindo que había arriesgado su vida para darle una oportunidad nueva, sin siquiera conocerlo, y el lo había destinado a morir, era un asesino, quiso gritar con toda su fuerza, pero algo lo detuvo repentinamente.

Miro hacia arriba, Tom estaba sujeto por Gustav y Georg, la mano del de rastas agarraba firmemente la suya, colgaban sobre el vacío, y las tormentosas aguas del mar.

— ¡Sujétate! —vociferó Tom con desesperación, Bill solo se rindió— ¡Vamos Bill sujétate! —pidió con el esfuerzo de sujetarlo sin que el ayudase.

Arriba en el puente la gente y los policías trataban de subirlos, pero al parecer tenían problemas para hacerlo, Bill miro hacia abajo, el sol acababa de ocultarse, el mar estaba inquieto metros abajo, esperando por su caída, ahora el miedo se había ido, no tenia ningún tipo de miedo morir solo tenia que soltarse.

—Tom suéltame —pidió bajito el de rastas aferro mas fuerte su mano— ¡Suéltame! — grito esta vez.
— ¡No lo voy a hacer!

— ¡Si no me sueltas caerás conmigo! ¡Suéltame! ¡Deja que ellos te suban!

— ¡Moriré a tu lado si es necesario pero no te voy a soltar!

— ¡No seas idiota! ¡Por favor! —sollozó desesperado— ¡No quiero que mueras! ¡No Tom, por favor! ¡No quiero que tú mueras!

— ¡entonces viviremos juntos! —gritó Tom, totalmente decidido, encontró una fuerza inhumana y jalo a Bill hacia arriba, mientras a su vez era jalado por los policías y los dos hombres, después de un rato Tom y Bill se encontraron seguros en el puente, habían muchas cámaras, y personas que suspiraron aliviadas al verlos sanos y salvos.

—Bill dime como te sientes, te salvamos— le susurro Tom al oído sin dejar de abrazarlo— ¿eso esta bien para ti? Solo dime en lo que estas pensando.

Un sollozo ahogado escapo de los labios de Bill mientras se aferraba a Tom con todas sus fuerzas, y entonces lo dijo:

— ¡Quiero vivir! —se sorprendió de saber que era verdad, las lagrimas negras caían por su mejillas, lo siguiente que supo fue que Tom lo tomaba entre sus brazos y lloraba a su lado, otros brazos lo rodearon y escucho claramente el la voz de Georg llorando, y poco después se unió al abrazo Gustav que también lloraba en silencio.

¡No se olviden de dejar comentarios! Me harían muy feliz.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Esclavo Capítulo 1

Esclavo: Capitulo uno


Resumen: Tom Kaulitz desde joven fue una persona... bueno no hay mejor palabra para describirlo que "indomable", siempre inquieto, nunca estatico en el mismo lugar, ¿que era lo que mas aborrecia?, la responsabilidad, la rigidez, como paredes encerrandolo impidiendole hacer lo que se le viniera en gana.
pero toda libertad termina facilmente, sobre todo si el padre Tom es Jorg Kaulitz, el mas famoso perfumista de Alemania, que se jubilo dejando a cargo a su hijo Tom.

pero nada, nada en el mundo haria que Tom dejase de ser Tom, el rebelde Tom, el revolucionario, el perfumista sin barreras ¿nada verdad? o quizas un modelo fuera excluido de ese simple "nada"
Bill Trümper, modelo que conoce a Tom Kaulitz en una presentacion del perfume renacer, a partir de ese momento su vida cambio.

¿Dime Bill si el te hace tanto daño por que sigues regresando a sus brazos una y otra vez?

Autora: Amudiel F. A.
Categoría: M +18
Advertencias: Slash, violencia, violencia verbal, lenguaje explícito, no-consentido, violación.
Género: Tragedia, drama, acción, suspenso, romance.
Pareja Principal: Bill - Tom.
Disclaimer: No me pertenecen los personajes, solamente la trama.



No era fácil ser Tom Kaulitz.  

La bofetada recibida aun resonaba en aquel elegante cuarto de hotel, el joven modelo lo miraba con tanta furia, tanta, que tuvo que recurrir a un valor que no sabia que poseía para no salir corriendo ¿Qué había hecho mal?, ¿Por qué estaba tan enojado?, no entendía nada, nada de nada. 

Pero empecemos desde el principio para llegar hasta este punto en el cual Tom, un reconocido empresario de la prestigiosa empresa ESCENCIAS, perfumista profesional, estaba sujetando su rostro con sus manos después de haber recibido una tremenda bofetada, ¿Por qué el hermoso muchacho de rastas parado frente a el lo había golpeado tan fuerte?, si queremos averiguarlo tenemos que retroceder bastante tiempo en el pasado, para conocer la historia de Tom Kaulitz. Si Tom Kaulitz que en ese momento hubiese querido ser cualquier persona menos el mismo.

Comenzaremos cuando Tom era aun “un joven rebelde y libre cual viento” por así decirlo, apenas con 18 años cumplidos, disfrutando de la estancia en la universidad, en su penúltimo año, su aspecto, ¿Qué hay de su aspecto? Era descuidado, pues así Tom se sentía mas “libre” menos encadenado a las obligaciones que tarde o temprano tendría que tomar entre sus manos, sus rastas rebeldes eran su escudo ante la realidad que lo rodeaba, la ropa ancha y de estilo gangster era su armadura contra las obligaciones a las que estaba atado desde nacimiento, pero algún día todo tendría que culminar, y entonces adiós a la libertad, adiós a las fiestas de fin de semana, adiós a las chicas, bueno quizás a ellas no… pero aun así, no podía evitar ese sentimiento de ser un muñeco en los manos de la vida, que en su mente se materializaba como una niña de 6 años manejándolo a su antojo.

¿La razón?

Sencilla, su padre Jorg Kaulitz, era el mas reconocido perfumista de toda Alemania, sus creaciones mas famosas eran el perfume “Simonne” dedicado a su madre, y el perfume “Melody” lanzado al mercado el mismo día del nacimiento de Tom, algo tan cursi pensaba Tom yo jamás podría crear algo así, pero así era su padre, lo de perfumista, seguramente era hereditario. Por que el había heredado el don natural de crear aquellos aromas tan… extravagantes, o sencillos, dulces, o fuertes, suaves, rebeldes, tantos sentimiento que podían impregnarse en un simple perfume, Tom temblaba de excitación cuando creaba uno. 

Lo malo, pues siempre hay algo malo no todo puede ser bueno, era la enorme montaña de responsabilidad que conllevaba crear perfumes, esa responsabilidad tenia nombre, un nombre que Tom aborrecía desde niño, el nombre era ESCENCIAS, la compañía de perfumes de su padre, no era cualquier cosa, era algo que su padre comenzó desde el fondo del pozo, sin un centavo, sin nada, absolutamente nada, llegando de 0 a 100 únicamente por su esfuerzo, y Tom a pesar de aborrecer ESCENCIAS sabia apreciar el esfuerzo, seguramente jamás hubiese logrado crear algo tan grande como ESCENCIAS solo, y se quejaba por tener que heredarlo. Heredar algo que ya estaba echo, listo para que el lo gobierne a su antojo, era egoísta de  su parte no apreciar el trabajo de su padre, pero no podía evitarlo.

Solo por eso no se negó a seguir los pasos de Jörg, por lo mucho que le costo a su padre conseguir todo lo que tenia, ser el centro del universo, ser todo, y cuando su padre estuviera cansado de ser todo, el pasaría a serlo, también, aun que costara, admitía que lo hacia por que tenia en mente una fragancia, una fragancia tan… perfecta.

Era algo que lo traía loco desde niño, cada persona tenia su propia fragancia, su propia esencia, su aroma, y cuando uno se pone un perfume esa esencia, ese aroma, o se opaca o resalta, quizás en algunos casos el perfume no combine con el aroma de la persona, quizás en otros, sea la perfecta combinación, Tom se daba cuenta de ello. 

Era como cuando estas en un lugar muy concurrido, y alguna persona con exceso de perfume sobre su piel, demasiado, en instantes te duele la cabeza, sientes mareos y el aroma lo único que causa son nauseas y retortijón de tripas. La fragancia lastima el olfato definitivamente esa era una mala combinación del perfume y la persona o simplemente era una mala fragancia. 

Un perfume debe cautivar, cuando es olido debe provocar suspiros, reacciones hermosas en la gente, y sobre todo esa necesidad poderosa de no alejarse de ese exquisito olor, eso es como debe ser un perfume, no todo lo contrario. 

Sus creaciones eran buenas, según las revistas y encuestas de popularidad eran mejores que las de su padre, estaba superándolo con creces, y eso a Jörg en vez de molestarle le llenaba de un orgullo desbordante hacia su primogénito y único hijo, el problema de Tom, era que a pesar de los múltiples halagos hacia sus perfumes, tanto de la gente como de las empresas, o de cualquiera que lo alabara, no era suficiente, no lo era. 

Por que la fragancia que Tom imaginaba no era ni remotamente comparable con ninguna otra, con ninguna que hubiese creado, con ninguna que hubiese creado su padre, y no lograba crearla, por mas que se esforzase en mezclar diversos aromas y químicos, fallaba miserablemente, ni siquiera podía darle un nombre a la fragancia de su imaginación, era tan… inalcanzable, tan jodidamente inalcanzable. 
Desesperante… 

A los dieciocho años después de embriagarse como cuba en una fiesta, despertar, vomitar, tomar un café y una medicina para el dolor de cabeza, no pudo mas, sencillamente no pudo mas, fue desesperado hasta su padre contándole sin poderse detener, sobre aquella fragancia, su Top, su única, su revelación, ¿Cómo llamarla? Jörg no lo interrumpió ni una sola vez, mientras Tom hablaba tan apasionadamente de esa fragancia, le contaba como soñaba con el aroma, cuantos sentimientos despertaba aquel perfume inalcanzable en su mente, en su cuerpo en todo. 

Jörg había reído recordando su propia desesperación en su hijo. 

—Yo me sentía igual o mas frustrado que tu —le dijo Jörg a Tom parando su caminar veloz y descontrolado – pase… meses sin dormir  y jamás pude crearla ¿sabes entonces que paso? – Tom negó dócilmente con la cabeza mirándolo con anhelo, esperando las respuestas que tanto ansiaba – me enamore, Tom… me enamore perdidamente.

Jörg observo con adoración la fotografía de Simonne sobre su escritorio, Tom se sintió sobrecogido por los sentimientos que veía reflejados en los castaños ojos de su padre.

—Me enamore locamente de Simonne – rió sentando a su hijo en un sillón forrado de negro, sentándose a su lado y suspirando – cuando la conocí los perfumes pasaron a ser algo secundario en mi vida, mi trabajo peligro, la empresa peligro, pero a mi eso no me importaba, Simonne me hizo ver que no podía dejar de lado todo por cuanto había luchado desde niño, no podía dejar que ESCENCIAS se desmoronara, no después de lo mucho que me había costado levantarla  
Tom trago en seco. 

—Pero no podía crear, mi mente estaba llena de Simonne, de sus gestos sus caricias, su manera de torcer ligeramente sus labios antes de sonreír, se que suena patético, pero no podía evitarlo, el amor me golpeo con fuerza, creo que hasta me volví imbécil – ambos rieron. 

— ¿Y entonces? 

—Entonces, un día, que yo estaba en el laboratorio intentando crear, aun que sea, un atisbo de perfume, Simonne llego contenta diciéndome que estaba embarazada – Tom jadeo sorprendido – no te imaginas lo feliz que fui Tom, lo feliz que soy – Jorg apretó suavemente el hombro de Tom sonriendo – le pedí que se casara conmigo, no quería a otra que no fuese ella, mi vida estaba destinada a su lado, y al tuyo.

—Papá… —Jörg sonrió. 

—Entonces cree “Simonne” – Tom sonrió – fue tan mágico Tom, no podrías creerlo, tantos años buscando mi “obra maestra” tantísimos años fallando sin lograr crearla, y ese día la pude hacer tan fácil, como si todas repuestas hubiesen estado en mis manos, como si siempre hubieran estado ahí esperando a que yo abriera los ojos de una vez, estaba tan ciego, y al estar ciego, mis perfumes estaban vacíos, no tenían “alma” no tenían “sentimiento” se que suena loco, pero nuestros perfumes tienen vida Tom, pueden hacernos reír, llorar, gritar, emocionarnos… tantas cosas. 

—Todo lo que me dices es increíble – dijo Tom realmente impresionado. 

—“Simonne” me abrió los ojos Tom, después de crear mi obra maestra, mis perfumes se volvieron mucho mejores que los anteriores, pero ninguno tan bueno como mi obra maestra, es por eso que puedo retirarme del camino de la perfumería en paz, por que logre mi cometido, ya no me siento incompleto Tom, ya no mas. 

—Papá yo… ¿Por qué dijiste que fue mágico?

 —Bueno por muchas cosas, tu madre sentía mucho asco de los perfumes excepto por el “Simonne”, se lo aplicaba sin sentir nauseas, era mágico, increíble, recuerdo que cuando ella sentía su aroma tu te removías emocionado en su vientre – sonrió Jörg.

—Entonces ¿crees que debo enamorarme para lograr crear esta fragancia que me esta volviendo loco? – Jörg negó suavemente con la cabeza.

 —A mi me funciono, pero contigo quizás no sea lo mismo, simplemente necesitas abrir los ojos Tom y darte cuenta de que siempre supiste como hacerlo, tus manos cobraran vida propia y tendrás ante ti tu obra maestra al fin, ya sea enamorándote, o no, tu lo sabrás… 

Y Tom trato, pero ninguna chica le hizo sentir nada mágico, su padre dijo haberse sentido feliz cuando su madre se embarazo de el, pero Tom el solo imaginarse embarazar a alguna de las chicas con las que se acostaba le daba miedo, y sobre todo le desagradaba mucho la idea, todas las personas olían tan… común, ordinario, olían a vida diaria, a rutina, olían a aburrimiento. 

Toda rutina aburría tanto a Tom, que una vez terminados sus estudios de administración de empresas dejo de parecerle divertido ir a las fiestas, salir de discoteca en discoteca, las chicas comenzaron a aburrirle, siempre era lo mismo, perfumes baratos, maquillaje demasiado extravagante, ropa minúscula, caderas prominentes, enormes pechos, y muchas veces celulitis, era aburrido. 

A los 22 años Tom estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de salir de la rutina en la que estaba enfrascado, así que se dedico a seguir a su padre en todo, a aprenderse a desenvolver con otras personas, a adoptar un lenguaje elegante, requerido para cerrar tratos, cenas, almuerzos, reuniones, porcentajes, entrevistas, eso pareció distraerlo del vacío en el que estaba viviendo temporalmente. 

A sus 23 años ya era totalmente capaz de manejar ESCENCIAS sin ayuda de su padre, y según muchas revistas, o programas de televisión superaba el talento de Jörg, sus rastas descuidadas fueron suplantadas por trenzas estilizadas, aun que Tom decidiese ser mas “serio” y mas comprometido con sus deberes empresariales, seguía odiando la responsabilidad, la rigidez y todas esas cosas, así que tratando de encontrar un punto medio entre lo serio y lo informal, se hizo las trenzas desechando sus rastas y alternando su tiempo entre divertirse y trabajar. 

Jörg se retiro poco después alegando que Tom lo había superado por mucho y que era hora de que el tomase las riendas de ESCENCIAS, la gente no se sorprendió, el chico era popular, lindo, moderno, sensual, sexy y muy creativo, no había día en que no saliera en algún reportaje, en alguna revista, en el periódico, era el hombre mas poderoso de Alemania, y Tom lo sabia. 

Esa pantalla evitaba que se desesperase nuevamente por su obra maestra frustrada, de todas formas Tom no volvió a intentar crearla desde que tuvo la charla con su padre.

Entonces todo iba bien, supuestamente bien, quizás no del todo, Tom prefería no pensar mucho en eso, era difícil y complicado indagar demasiado en sus metas, en sus logros, en todo, era difícil, paso un año desde que Jörg se jubilo y su cumpleaños estaba cerca.

Como siempre una hermosa fiesta se planeo en la empresa, el lugar destinado a la fiesta era enorme, pues era la sala de eventos del edificio ESCENCIAS, al centro una hermosa pista de tamaño considerable para dejar bailar a muchas parejas a la vez, un desnivel ligero para que cualquier orquesta se alojara con comodidad ahí, y finalmente las columnas y las mesas, la decoración blanca, plateada y negra elegante, hermosa, y formal. 

Los colores de la empresa.  

En la noche la sala comenzó a llenarse, hombres vestidos en elegantes trajes de gala, mujeres hermosas con vestidos despampanantes, los meseros, la comida impecable, una gran mesa llena de obsequios hacia Jörg, la música tranquila y pausada, todo sencillamente aburrido. 

Tom bostezo sosteniendo en una mano una copa de champagne, un codazo en su costilla lo hizo sisear. 
—No seas maleducado Tom – le susurro su madre – solo deberemos aguantar a estos pedantes hasta la media noche – Tom y su madre sonrieron.

—Mamá – dijo Tom en un puchero – quiero ir a jugar con la consola – Simonne bufo divertida enganchándose al brazo de su hijo.

 —Por dios Tom, eres un hombre ya no deberías jugar esas cosas – Tom frunció su respingada nariz y se acabo el contenido de su copa dejándola a un costado abandonada. 

 —Que remedio, si no puedo irme al menos bailare con la chica mas hermosa del lugar – Simonne recorrió el salón con la mirada viendo a las innumerables jovencitas que sonreían coquetamente hacia su hijo, Tom era realmente apuesto y acaparaba las miradas fácilmente.

 — ¿Cuál? – pregunto con curiosidad.

 Tom se zafo de su mano y se planto delante de ella, sujeto su mano derecha con delicadeza y beso el reverso de su mano enguantada haciendo una ligera reverencia.

 — ¿Gustaría bailar conmigo? distinguida dama – pregunto con una sonrisa de lado, Simonne rió suavemente escondiendo su risita tras su enguantada mano.

 —Será un placer adorable caballero – le siguió el juego, Tom la sujeto por la delicada y esbelta cintura arrastrándola a la pista de baile, haciéndola girar gracilmente entre sus brazos, su madre era tan hermosa que comprendía a la perfección que su padre se hubiese enamorado de ella se pregunto una vez mas ¿Por qué le costaba tanto a el enamorarse? 

—Mamá sabes que te amo – le susurro al oído girando y girando al ritmo de aquel calmado vals.

—Lo se cariño – suspiro Simonne algo alicaída – te conozco tan bien Tom, se que algo te molesta – dijo llevando su mano desde el hombro de Tom hasta su mejilla acariciándola suavemente con su pulgar – ¿Qué sucede? 

 —Nada mamá – respondió Tom evasivo, su madre siempre tan perspicaz, ella iba a seguir preguntando un poco más, justo cuando Jörg apareció sonriendo al lado de ambos. 

—Hijo ¿Me permites? – pregunto amablemente tomando a su esposa entre sus brazos, Tom sonrió socarrón, fue cuando se dio cuenta de la joven hermosa y rubia parada a un costado de su padre mirándolo sin ninguna expresión aparente en su rostro.

— ¿Querido quien es la señorita? – pregunto Simonne.

 —Ella es Chantelle Paige, la hija del señor Charles Paige – presento, la joven saludo muy elegantemente, saludo también a Tom con una ligera inclinación sin mirarlo, Tom encontró esto algo gracioso.

—Un gusto Chantelle – le dijo el joven acercándose, ella seguía sin mirarlo – ¿te gustaría bailar esta pieza? – ella asintió y se dejo arrastrar por los brazos de Tom.

 — ¿Cuantos años tienes? – le pregunto insinuante. 

 —veinte – contesto la rubia sencillamente, huyendo a la mirada de Tom, y este vio en ella un nuevo reto, era una de las chicas difíciles de meter en la cama, sonrió macabramente y entablo una conversación normal con ella el resto de la fiesta.



A Tom le gustaban los retos, y alguien como Chantelle era un reto para el, después de la fiesta de cumpleaños de su padre, el la cito innumerables veces a comer, a cenar, a discotecas inclusive, pero la chica no se dejaba seducir por ningún medio, y eso hería en su orgullo a Tom, definitivamente Chantelle era para el, una persona demasiado extraña, sonreía a su lado, se veía orgullosa por tener la atención de Tom Kaulitz sobre ella, su carácter era muchas veces inmaduro, su manera de centrarse en las cosas materiales lo exasperaba, pero el no se rendiría hasta verla caer.

Definitivamente Chantelle era una piedra en su zapato, estaba comenzando a odiarla, era pesada, sentía celos cuando lo veía con otras chicas a pesar de que ellos no eran nada, lo llamaba a cada instante, lo hostigaba y un día Tom perdió la batalla, lo acepto, no podía ganar contra alguien tan superficial, contra Chantelle.

— ¡Dime que demonios quieres! – Le grito a la chica rubia que lo miraba fulminándolo con los brazos cruzados – ¡he hecho de todo para conquistarte! ¡Pues si no quieres nada conmigo déjame en paz Chantelle! ¡Dime que quieres! 

 —Mejor tu dime que quieres – dijo sensualmente la chica relamiéndose los labios – te recuerdo Tom, que tu comenzaste el cortejo, me buscaste, me citaste muchas veces, y me hiciste costosos regalos… - rió irónicamente frunciendo levemente el entrecejo – por que no puedes llevarme a tu cama como a aquellas otras perras… admite que perdiste.

Tom frunció tanto la frente que sus cejas formaron una delgada línea sobre sus ojos, se acerco hasta tenerla a dos palmos de su rostro mirándola con rabia.

—Dime que quieres, maldita sea… – le dijo frustrado – ¿que tengo que hacer para que me dejes follarte? Chantelle… – ella sonrió picaramente y acaricio sin pudor la entrepierna de Tom, sorprendiéndolo ligeramente. 

—Casarte conmigo – susurro en su oído para después morderlo, se alejo rápidamente de Tom  y lo miro como a un bicho mal oliente – mira Tom, yo no soy cualquier mujerzuela – el aludido bufo incrédulo pero ella no le hizo caso – se que tu no accederás jamás a casarte, ni con migo, ni con nadie, así que simplemente olvídame y ve a buscar a aquellas perras con las que te acuestas, húndete en ellas como el animal que eres
Tom la sujeto fuertemente de los antebrazos, su orgullo de hombre nunca había estado mas herido en su vida, temblando como un cordero degollado en su interior desangrándose, palpitando de rabia e impotencia, Chantelle hizo una mueca de dolor ante el repentino agarre.

—Esta bien, mierda, esta bien, nos casaremos – le soltó Tom antes de besarla con fuerza y sin atisbo de ternura o amor.

Tom podía jurar que escuchaba los jubilosos gritos mentales de la rubia, mientras esta serpenteaba contra su cuerpo, dejándole sentir sus enormes pechos, aplastándose contra sus musculosos pectorales, que mas daba, aun que Chantelle no significaba nada para el, su vida estaba vacía, totalmente vacía, casarse o no con esa perra le daba totalmente lo mismo, era igual, no importaba, se imagino casándose con ella y no sintió nada, ni temor, ni ansiedad, solo el mismo vacío que lo aquejaba desde que tenia memoria, empujo con brusquedad a Chantelle sobre la cama y poseyó su cuerpo sintiendo que era demasiado malo para ser verdad.

 Mientras se hundía en su humedad y escuchaba sus gemidos agudos, quiso morderse el labio hasta hacerlo sangrar, pues Chantelle era como un premio consuelo, era exactamente eso, rubia superficialmente nula solo era un mal consuelo, como un anuncio de algún producto en televisión, algo que al verlo se te antoja increíble, y haces hasta lo imposible para obtenerlo. Sin embargo al lograr tenerlo entre las manos, no era lo que parecía, la terrible verdad acompañada de una desilusión doliente, pues aquello no era nada comparado con lo que tenias en mente.

 Arrepentimiento es lo que embargo a Tom cuando se corrió dentro de aquel condón, dentro de aquel cuerpo, la mas grande desilusión de su vida entera, todos la sintieron alguna vez, siempre, cuando uno es niño y le prometen llevarlo al parque de diversiones pero sus padres cancelan su salida a ultima hora, por resolver otros asuntos, sientes esa desilusión horrible, cuando te esfuerzas en algo y al final te das cuenta de que pudiste haberlo echo mejor, sientes esa desilusión asfixiante, esa desilusión suicida que te aplasta los órganos del cuerpo hasta hacerlos papilla irreconocible.



Chantelle se fue sin decir una palabra después de vestirse, y tres meses después Tom estaba en una boutique eligiendo el traje que usaría para su matrimonio, sin ánimos, su madre lo observaba en aquella habitación echa de espejos, sentada en un sillón, suspirando tristemente, no se supone que seria así, pensó mirando a su hijo probarse traje tras traje ausente, Victoria, la asistente de dirección de Tom, revoloteaba a su alrededor dando su opinión sobre cada detalle.

Tom ni siquiera entendía lo que Victoria decía a las chicas que entraban y salían con montañas y montañas de ropa que el se colocaba y quitaba una y otra vez como una danza interminable, una pesadilla agotadora, Victoria, una buena amiga, comprometida con un deportista, un gimnasta al parecer, ella era linda, morena, con el pelo negro ondulado y unos ojos azules que contrastaban hermosamente con su tono de piel.

Tom había intentado seducirla una vez, pero ella freno de golpe sus avances y el dejo de intentarlo, luego de eso, jamás volvieron a tocar el tema convirtiéndose silenciosamente en amigos laborales, Victoria era una excelente colega después de todo.

 —Tom – llamo Simonne levantándose del sillón, su hijo ya tenia el traje completamente escogido por Victoria, a Simonne le hubiese gustado escogerlo, pero no encontró ganas de hacerlo, no sabiendo que su hijo, su niño, se casaba por aburrimiento, por desesperación, por cualquier motivo menos amor.

 —Mamá – dijo este acercándose a ella y abrazándola por la cintura – ¿a que me veo guapo?

—Te ves perfecto – dijo ella besando su frente, Victoria sonrió ante el gesto y salio seguida de las chicas de la tienda para darles privacidad – te ves hermoso…

 —Gracias.

 —Oh Tom – suspiro Simonne abatida – ¿Por qué hijo? ¿Por qué quieres cometer esta locura?

 —Creí que era el sueño de toda madre ver felizmente casados a sus hijos.

 —Tú lo has dicho Tom, felizmente – rebatió Simonne acariciando su cabeza trenzada – tu no estas feliz, y no quieres casarte…

 —Si quiero.

 —No, Tom no quieres, tu no amas a esa chica, ella no te ama a ti, lo hace solo por que con este matrimonio sale ganando, ESCENCIAS es la empresa perfumista mas grande del globo, y al casarse contigo es automáticamente dueña de la mitad de la empresa, además de que su reputación se disparara a los cielos… —Tom suspiro hundiendo su cara en el hombro de su madre y aspirando su aroma, dejándose mimar por ella.

—Si quiero casarme – susurro bajito como un niño que no quiere ir al medico por miedo, pero afirma que si quiere ir para hacerse al valiente – si quiero.

 —Te amo, hijo —susurro Simonne aguantando las ganas de llorar, evitando que las lágrimas escaparan de sus ojos.



La boda fue la noticia del momento, no había lugar en donde no se hablase de ello, Tom ya ni prendía la televisión para no ver como hablaban de lo infinitamente buena pareja que hacían el y Chantelle, para no ver la cara emocionada de la rubia pregonando su amor como si realmente existiera tal sentimiento. 

Esa mañana su padre estaba con el, en ese camerino pequeño acomodándole la corbata como si fuese un pequeño niño, Tom solo se dejaba hacer ausente, imaginándose a Chantelle con su antipática progenitora, haciendo algo similar en otra habitación, en algún lugar de aquel hotel elegante, pero su imaginación lo traiciono y en vez de imaginarse a dos rubias conversando se imagino a dos vampiros chupando la sangre a una vaca muerta, uno de los vampiros traía un velo blanco y una mata de pelo rubio sobre su fea cabeza, no pudo evitar soltar una carcajada. 

— ¿Qué pasa? – pregunto Jörg extrañado por el repentino humor de Tom.

 —Voy a casarme con un vampiro semi-calvo —murmuro Tom sentándose y observando su reflejo en el espejo, elegante, soberbio, llevo sus manos a sus pómulos tocándolos como si quisiera memorizar sus rasgos con las yemas de sus dedos.

—Espero que “vampiro semi-calvo” sea un apodo de cariño hacia tu prometida – dijo Jörg algo confundido, Tom se encogió de hombros, el mayor suspiro cansinamente y sintió el peso de la culpa sobre sus hombros, había estado feliz al saber que su hijo se casaría con la hija de su socio, ignorando, en cierta parte, lo que decía su esposa acerca de aquella unión, justo hasta ese momento llego a comprenderlo.

Tom no lucia como alguien deseoso de casarse y ser feliz, tener hijos y culminar un bonito cuento de hadas, su hijo mas parecía a punto de entrar a algún matadero, pero también estaba claro que a Tom le daba igual, su vida estaba tan vacía que no le importaba si se casaba o no, Jörg dudaba si su hijo creía en la existencia del amor, quizás el amor para Tom era algún mito urbano, una leyenda de cuentos místicos inexistentes. 

—Aun puedes retractarte —le dijo apoyando sus manos sobre los hombros de Tom mirándolo a través de su reflejo— puedes decir que no quieres casarte.

— ¿No crees que seria muy de película papa? Digo, cancelar la boda el mismo día, y salir huyendo, eso es más de la novia que del novio…

—Dudo que Chantelle salga corriendo, si va a correr a algún lugar será al altar para gritarle al padre que se salte la parte “introducción” y vaya directo al grano, hasta creo que seria capaz de casarse contigo sin ti presente.

Tom rió amargamente imaginando a Chantelle casándose sola, besándose a si misma, teniendo muchas Chantellecitas como hijas, era una suerte que no hubiese desayunado pues estaba seguro que de haberlo echo estaría vomitando en ese momento. 

—Me voy a casar papá —dijo resignado— que mas da. 

La ceremonia fue ostentosa, detallista, Chantelle lucia demasiado extravagante, ese vestido blanco pegado a su cintura la hacia ver como puta, el largísimo velo sobre su cabeza era cargado por niños a los que Tom ni conocía, cuando la fría mano de Chantelle deslizo el anillo en su dedo anular quiso quitárselo, arrojarlo a un lado, salir de ese hotel de mierda, beber hasta quedar en coma, y no despertar jamás. 

No quería morirse, claro que no, solo quería dormir eternamente, pues solo en sueños era verdaderamente feliz, sintiendo ese embriagador aroma “su obra maestra”, siempre lo sentía al dormir, pero la dura realidad caía contra el, al despertar, haciéndole sentir tan miserable, tan miserable como un perro mal oliente y abandonado en alguna cloaca. 

—Tom —siseo Chantelle por lo bajo molesta, el trenzado despertó de su sueño temporal, tomo sin ganas el anillo dorado y lo encajo en el anular de Chantelle.

—Los declaro marido y mujer, puede besar a la novia —Tom suspiro dejando caer sus hombros como si estuviera cansado, cansado de vivir, cansado de no sentir nada, ¿Por qué era inmune al amor? ¿Por qué nunca logro sentir esa magia que su padre describió al hablar de su madre? Tomo a Chantelle por la cintura, la beso duramente, mientras la concurrencia estallaba en aplausos, mordió un poco el labio inferior de la rubia antes de separarse una pequeña distancia de ella y susurrar sobre sus labios.

—Felicidades Chantelle acabas de hacer de mi vida un jodido infierno, ¿ya estas feliz? – La chica sonrió enroscando sus largos brazos alrededor del cuello de Tom y susurro altanera: 

—No tienes idea de cuanto… amor – Tom la soltó y se la paso el resto de la velada posando para las cámaras, respondiendo preguntas, aceptando varios brindis por su felicidad inexistente, escuchando los asquerosamente cursis discursos de los padrinos antes de brindar por su matrimonio. Ni una hora casado y ya se auto nombraba el hombre mas desdichado del planeta.

 Le hubiese gustado que uno de los padrinos mencionara también, aparte del “amor incondicional y puro” que se tenían el uno al otro, el “asco inimaginable” que también sentían mutuamente, Simonne estaba a su lado, recostada sobre su hombro observando a su “nuera” bailar con Jorg, Tom sonrió, una sonrisa chueca que solo demostraba lo vacía que estaba su alma en esos momentos. 

—Quisiera una cerveza —susurro— estoy harto del vino francés y el champagne

—Tus ojos Tom, están tan apagados – dijo dolida Simonne apretándose mas contra el – no brillan, no brillan ni un poco de felicidad, ni siquiera brillan de odio – su voz se rompió, pues sentía un nudo del tamaño de una pelota de ping pong en su garganta. 

— ¿Tus ojos brillaban mama? – Pregunto Tom abrazándola mas contra si – cuando papa y tú se casaron ¿sus ojos brillaban? 

—Si Tom – contesto ella hundiendo su rostro en el brazo de su hijo para que la gente no notara sus lagrimas deslizándose traicioneras por sus mejillas – Todo a nuestro alrededor se extinguió, y nosotros brillábamos el uno por el otro, amándonos…

—Me pregunto que se sentirá.

Simonne sollozo audiblemente, Tom la tomo, suave, entre sus brazos y la llevo lejos de las curiosas miradas, en una habitación desierta que contenía varios sillones elegantemente decorados y estratégicamente ubicados, Tom sentó a su madre, era hermosa, y vestía tan elegantemente que parecía una reina, lo único que desentonaba con su atuendo, era esa mirada de profundo dolor y esas lagrimas que seguían cayendo por sus hermosos pómulos, Tom se recostó en el sillón dejando su cabeza sobre su regazo, Simonne lo acaricio con ternura.

— ¿Por qué no puedo amar mamá? —pregunto con la voz tranquila carente de tonalidad, Simonne suspiro, limpiando una lagrima suya que cayo en la frente de Tom. 

—Claro que puedes amar cariño —dijo maternalmente— puedes amarme a mi, y a tu padre, y puedes amar a una persona por el resto de tu vida, sentirla tan profundo en tu pecho, que con tal de estar a tu lado lo demás no importa. 

—Nunca sentí nada así.

—No encontraste a la persona adecuada.

—No existe tal persona – dijo Tom con rotundidad— nunca me voy a poder enamorar, por que no existe chica de la que pueda enamorarme jamás. 

Simonne no dijo nada, solo acaricio a su niño hasta que se quedo dormido en su regazo, jurando que si Chantelle se atrevía a lastimarlo le arrancaría los ojos, al instante, se reprendió al pensar así, Tom no podía salir lastimado por esa relación sin amor después de todo.