Gustav
Shäfer se encontraba en un bus público, sentado, observando las pequeñas gotas
de lluvia caer, chocaban contra el ventanal y rodaban hacia abajo debido al
movimiento del colectivo, a su lado estaba Lily, su mejor amiga de la infancia,
hablándole acerca de lo mucho que le gustaría irse a estudiar medicina a Cuba,
el padre de la chica sin embargo, estaba totalmente en desacuerdo.
¿Por
qué los padres siempre tratan de oponérsenos? Pensó el rubio algo molesto.
Y
no pensaba así solo por los padres de Lily, también por los suyos y miles de
padres mas en el mundo que siempre se oponían a los deseos de sus hijos, ¿Qué
tanto podía costarles comprender? Simplemente sus progenitores se cerraban
herméticamente ante cualquier aspiración que sus hijos pudiesen tener.
Los
hijos no eran marionetas, para hacer lo que los padres quisieran, tratando de
manejarlos a voluntad, tenían voluntad propia, deseos y sueños propios ¿Por qué
contentarse con un camino forjado para el? Eso no era lo que quería.
Sus
padres habían desistido totalmente con él, después de dos años tratando de
obligarlo a ingresar a la facultad de derecho, al fin lo habían dejado en paz,
Gustav no quería ser abogado, ¿Por qué habrían de obligarlo sus padres a ser
algo que no quería?
Observo
con cariño las baquetas que sobresalían de uno de los bolsillos de su mochila,
que reposaba en sus piernas, el era músico de nacimiento, no era abogado, si no
músico, y si eso cabreaba a sus progenitores podían acabar haciéndose la idea,
pues la batería era su vida.
—…Entonces
papa dijo —continuó contándole Lily— “No iras a un lugar lleno de esa gente” y
también dijo “Es demasiado lejos ¿Qué tiene de malo estudiar aquí?” ¡No me
entiende! —Casi grito frustrada— ¡No entiende que necesito ayudar a las
personas! No estudio medicina por el dinero, lo hago para salvar vidas.
—Lo
se Lily —dijo el joven rubio— y créeme que te entiendo, lamento que tu padre no
lo pensara un poco mas.
—Oye
Gus —llamó ella— si el derecho no es lo tuyo ¿Qué tal la medicina? —Gustav
soltó un bufido de incredulidad.
—Ni
siquiera puedo salvarme a mi mismo Lily, ¿Cómo salvar a los demás cuando no
puedo con mi propia existencia?
—Tienes
razón, acabarías matando a tus pacientes —rió ella pinchándole una mejilla con
el índice, Gustav soltó una risita mal disimulada y miro por la ventana, ya
alcanzaba a ver los sostenedores del imponente Golden Gate, las nubes estaban
arremolinadas sobre el puente, y a los lejos se divisaba uno que otro rayo
caer.
—Estaba
pensando en buscar un trabajo —le comentó Lily— para ahorrar dinero.
—
¿Para irte de aquí?
—Quiero
ir a Cuba —exclamó ella con convicción— quiero ayudar a que este mundo sea un
mundo mejor.
Gustav
no sabía como responder a eso, su amiga era siempre tan soñadora, siempre en
pos de los demás, cuando el solamente podía preocuparse de si mismo, de sus
problemas, del rechazo de sus padres hacia su vocación, sus comentarios
hirientes.
El
creía firmemente que ser músico no era igual a ser un vago, después de todo
cualquier trabajo es digno pues las personas se esfuerzan en lo que hacen, sin
embargo sus padres solían pensar que un trabajo como lo era ser artista, era
una perdida de tiempo y de dinero.
—
¡Oh Dios mío! ¿Qué es eso? —exclamó la voz de una mujer mayor, Lily y Gustav
alzaron la vista, una señora que estaba sentada en los asientos de adelante se
había encaramado a la ventana y miraba algo con expresión aterrada— ¿Por qué
están esos chicos ahí?
Gustav
se apego al vidrio helado del bus observando atentamente, un par de metros mas
adelante, en el carril contrario habían dos coches detenidos en plena
carretera, frente al bus habían unas cuantas personas de pie mirando algo, y
justo al lado del carril izquierdo, que era el que recorría su bus, habían tres
personas en una situación bastante mala, un chico apenas agarrado al barandal
del puente, tras este estaba otro con ropas muy anchas y una gorra sujetando
sus rastas, y por ultimo, en la calzada estaba un joven castaño sujetando la
muñeca del primero.
Gustav
no era lento y entendió al instante la situación.
El
bus tuvo que detenerse por las personas paradas en plena vía publica observando
la escena como atontados, Gustav salto en su asiento buscando su celular,
cuando lo encontró se lo arrojo a Lily.
—
¿Gus? —ella le miró con sus ojitos asustados.
—Llama
a la policía Lily, rápido, ese chico quiere matarse.
—
¡¿lo dices enserio?! ¡oh mierda!
—Lily,
por favor llama a la policía.
Gustav
salio del bus lo más rápido que pudo, no sabía por que lo hacia, pero no se
detuvo a pensarlo, llego al lado de los tres chicos que hablaban en voz baja,
escuchó al pelinegro decir:
—
...Por favor quítate, no quiero hacerte daño, solo deseo morir —el sujeto
detrás de él negó fervientemente con la cabeza, provocando que sus rastas
salpicaran ligeras gotitas de agua a los costados, la lluvia los había empapado
totalmente, aumentando el riesgo de que pudiesen resbalar.
—
¿Por qué? —preguntó Gustav repentinamente, apareciendo cerca de ellos así de la
nada, ganándose la atención sorpresiva de los tres jóvenes— ¿Por qué quieres
morir?
—No
es tu asunto —contestó el pelinegro esquivando cualquier mirada, Gustav se
acerco lentamente a los chicos, e imitando al castaño sujeto la otra muñeca de
Bill, brindándole una tímida caricia de apoyo, realmente sentía que necesitaba
salvar una vida ese día, por que no había persona en el mundo que no se
mereciera otra oportunidad.
—
¿No quieres contarme? —preguntó el rubio suavemente, el pelinegro negó con la
cabeza— bueno, esta bien, pero al menos ¿Querrás oírme?
—
¿Oírte?
—Si,
deseo contarte algo.
—Está
bien… —accedió el joven suicida, Gustav trato de tranquilizarse para calmarlo a
el, su rostro era tan joven… ¿Cómo un chico tan hermoso y pequeño quería
cometer algo así? Gustav llevó su otra mano libre a la muñeca de Tom y la
aferro también, a pesar de que no conocía a los hombres que estaban rodeándolo,
sentía un lazo fuerte con ellos, un lazo que se creaba a través de la
confianza, la que pensaba volcar en tres desconocidos, ahora no se trataba de
obligar al chico a querer vivir, era acerca de convencerlo de querer vivir por
voluntad propia, o si no serviría de nada salvarlo, pues el volvería a tratar
de quitarse la vida, una y otra vez.
—Mi
nombre es Gustav Shäfer —dijo el rubio suavemente ignorando las gotitas de
lluvia y la gente que comenzaba a arremolinarse en los alrededores, atraídas
por la morbosidad— tengo 22 años y mi vida es un desastre completo, mi padre
quiere que estudie derecho, el es abogado, pero yo no quiero seguir sus pasos,
mi vida es la música ¿Sabes? —Agrego soñador— amo tocar la batería, por que eso
me hace sentir vivo…
El
rubio hizo una pequeña pausa.
—El
día de hoy mi padre me dijo que no debí haber nacido —confesó tragándose su
tristeza— que soy un vago y un desperdicio de tiempo, el no sabe cuanto me
dolieron sus palabras, a pesar de que no nos llevamos bien, es mi padre, y me
hubiera gustado tener su apoyo en lo que me gusta hacer, pero se que el jamás
lo entenderá —La lluvia aumento en intensidad, las gotas hacían mas ruido al
chocar con el suelo. Georg miro al sujeto rubio con algo de admiración, era una
buena manera de distraer al joven pelinegro, pues sabía a la perfección que
ninguno de los tres iba a irse hasta que lo convencieran de vivir.
—Volvió
a botarme de casa —continuo Gustav— ya se le esta haciendo costumbre, aun que
siempre me pide regresar, yo estoy cansándome de ello, pues en casa es un
infierno, mis padres no dejan de atosigarme con la perfecta vida que tendría si
me animara a estudiar derecho, quizás ganaría mucho dinero, pero no seria
feliz, estoy seguro, así que estaba pensando en mudarme…
Bill
lo miro atentamente, no sabia que pensar de todo ello, quizás después de todo
no estaba tan solo en el mundo con sus problemas.
—
¿Quieres contarme por que estas aquí? ¿Por qué quieres hacerte esto? —le
preguntó al moreno, negó con la cabeza volviendo a empujar hacia atrás, Georg
sujeto también ambas muñecas, la del pelinegro y la del de rastas.
—Entonces
déjame hablar a mí también —pidió en un tono de voz suplicante, Bill asintió
sin mirarlo, pero sus ojos castaños se volcaron hacia su persona en cuanto
Georg comenzó a hablar.
—Yo
me llamo Georg Listing —dijo imitando al rubio— tengo 22 años también, vaya el
tiempo talmente pasa rápido en mi vida jamás creí sentirme tan viejo, y justo
este momento es el que mas parece durar —sonrió con una hermosa sonrisa— mira
no se que decir exactamente, no tengo tanto tacto como lo tiene él —señalo a
Gustav con un movimiento de cabeza— pero lo único que entiendo de todo esto es
que cuando vi que querías morir, me asusté, se que no nos conocemos y que soy
un total extraño para ti, pero realmente sentí temor, por que una vida es una
vida, y es tan valiosa como cualquier otra…
Bill
no quitaba la vista del chico.
—Yo
tengo… bueno, tenia seria la palabra, tenía una novia —continuó Georg—
estábamos saliendo hasta el día de hoy, durante tres años seguidos —se aclaro
la garganta— tres años de mi vida en los que creí ser feliz, puse todo de mi
para que resultase ¿sabes? Ella siempre me decía con mucho cariño que quería
casarse conmigo y tener hijos, yo también lo daba por hecho, sin embargo
comenzaron las peleas hace un par de meses, y mis sospechas de que me engañaba
crecieron.
Georg
puso una mirada melancólica.
—Mis
padres viven en Florida —continuó— yo los deje solamente por estar con ella,
por que sus padres son de aquí y ella tenia que volver, por ella vine a vivir a
San Francisco, por ella tuve que dejar de estudiar para trabajar en dos o hasta
tres lugares a la vez, por que no tengo el dinero suficiente sin la ayuda de
mis padres, hoy ella me mando un mensaje de texto diciendo que terminábamos, ni
siquiera se digno a llamarme o pedirme que nos veamos, mando todo mi esfuerzo a
la mierda junto con nuestra relación.
Tom
sintió a Bill destensarse ligeramente, trato de relajar sus músculos, se sentía
mas seguro al ver como esos dos desconocidos tomaban sus muñecas con
convicción.
—De
hecho hoy iba a verla para tratar de salvar lo nuestro, fue cuando paso todo
esto, y ese tema desaprecio de mi mente —confesó Georg mirando a sus
acompañantes con la mayor convicción posible— ella dejo de ocupar mis
pensamientos al igual que todos mis problemas, pues en lo único que podía
pensar era en “tengo que hacer algo” pues realmente quería salvarte, ¿Realmente
puedo hacerlo? ¿Puedo salvarte?
Bill
negó con la cabeza nuevamente.
—Yo…
solo quiero morir, si tan solo hubiese saltado ya —el pelinegro sintió a Tom
estremecerse tras suyo, ¿Realmente le daba tanto miedo a ese desconocido que
muriese? Ni siquiera se conocían ¿Por qué habría de importarle Bill a esas
personas?
—Tenia
miedo —habló Tom después de callar durante un tiempo, a lo lejos se escuchaban
los cánticos de las sirenas de la policía, bomberos , ambulancia o lo que fuera,
seguramente alguien los había llamado— cuando te vi sentado al borde, creí que
te lanzarías sin mas, estaba tan asustado, el corazón comenzó a dolerme por
latir tan rápido.
—
¡¿Por qué te importa tanto?! —Preguntó Bill alterado— ¡No me conoces! ¡No te
conozco! ¿Por qué tienes que meterte en lo que no te importa?
—Claro
que me importa —aseguró Tom pegándose a la espalda de Bill, quería que sintiera
su apoyo, su calor, que supiera que estaba con él. Y que a partir de ese día de
algún modo siempre lo estaría.
—Basta
por favor —esta vez la voz de Bill sonó totalmente rota por el llanto, Tom
sintió los espasmos del pelinegro contra su cuerpo— no digas que yo te importo,
no lo tomes a la ligera —sollozó con dolor— no le importo a nadie, por favor…
—Bill
—susurro Tom luchando contra las ganas de derramar sus propias lagrimas— Bill,
aun falto yo ¿Quieres conocerme Bill? Yo quiero conocerte, quiero saber tu
historia.
Bill
siguió llorando desconsoladamente, trato de serenarse y se apego más al pecho
de Tom, buscando ese calorcito en su espalda.
—Está
bien, habla —pidió Bill.
—Mi
nombre completo es Tom Trümper, tengo 20 años, estudio química, la química es
la única felicidad en mi vida —declaró triste, ni siquiera el mismo se había
dado cuenta de lo mucho que se había cerrado a las personas— no se como
introducirme a lo que es mi vida, solo diré que mi padre murió cuando yo era un
niño, mi madre no tardo en casarse nuevamente, y mi padrastro jamás me trato
como a su hijo, siempre fui un estorbo para el —respiró profundamente para
darse valor de confesar sus problemas frente a unos desconocidos, varios
uniformados se acercaban, eran policías, Bill se puso visiblemente palido y tenso,
automáticamente trato de soltarse de la barandilla.
—
¡No se acerquen! —gritó Georg aumentando la presión sobre ambas muñecas, si
caían podría tratar de sujetarlos a como de lugar.
—No
te inquietes por mi uniforme —hablo el policía deteneniendose con una seña
mando a los demás a retroceder lentamente, y mantener a la gente a raya— todos
somos seres humanos, y deseamos ayudarte ¿No quieres bajarte ya del borde?
Bill
sacudió la cabeza, negando fervientemente.
Gustav
miro a Tom intensamente, invitándolo con la mirada a continuar con su historia,
Tom carraspeo bajito y hablo nuevamente.
—A
los quince años me peleé con mi padrastro, incluso llegamos a los golpes, el
era mas fuerte que yo en ese entonces, cuando el me golpeó mi madre vio todo, y
en lugar de defenderme, se puso de su lado, la cara de preocupación que puso al
verlo con solo unos raspones me rompió el corazón, pues no le importaron mis
heridas yo estaba mucho mas hecho mierda que ese cabrón, créanme, tenia un par
de costillas rotas, mi madre nunca se enteró— Tom sintió una caricia en la mano
izquierda que era sostenida por Gustav, siguió hablando— cuando pude volver a
caminar me fui, abandone mi casa, y mi padrastro me grito que no vería ni un
solo centavo de su bolsillo si salía por esas puertas, jamás mire atrás.
Bill
volteo ligeramente para ver a Tom.
—No
tenia nada, solo una maleta y lo que traía encima, no supe que hacer así que
dormía en las calles, conocí muchas personas en mi situación comencé a juntarme
con ese tipo de gente —continuó Tom con tristeza— consumía drogas también las
vendía, robé, comí de la basura, hasta que un día me arrestaron, la cárcel fue
la peor experiencia de mi vida, estuve dentro solo cinco meses pero cada minuto
dentro de ese lugar era un infierno, cuando me dejaron libre busque un trabajo,
y trate de entrar a la universidad, lo logre después de un año tratando, y
conseguí un departamento, que comparto con un par de chicos para pagar el
alquiler entre todos, estoy becado en la universidad por mis notas, si no,
tampoco podría pagarla.
Tom
sintió un nudo en su garganta recordar todo eso de su pasado le traía muy malas
sensaciones, pero el no quería morirse como el chico entre sus brazos, tan
débil y de algún modo tan inocente, Tom trato de aguantarlo.
—Y
ahora mi madre me llama muchas veces, como si nada hubiera pasado, ella es tan
hipócrita, si no me hablara y se comportara como la “madre preocupada” sus
amistades podrían sospechar que en realidad yo estoy viviendo un infierno
mientras ellos disfrutan del dinero que fue de mi padre, trata de comportarse
como una madre, siempre esta criticándome algo, mis rastas, mi ropa, mi música,
el piercing en mi labio, me pide que regrese a casa, ¡Como si yo me hubiera ido
por capricho! Hace varios días viene chantajeándome con el asunto de su
aniversario, cumple cuatro años de casada con el hombre que un día casi me mato
a golpes, ella me llamo hoy para amenazarme con ir a mi departamento si no iba
a si ridícula fiesta.
Georg
miro al sujeto sintiendo de alguna manera que no era el único con problemas en
el mundo, luego miro a Gustav y por ultimo a Bill, y se sintió menos solo de lo
que se había sentido jamás, estaba seguro de que los demás sentían lo mismo,
incluido el pelinegro.
—Justamente
ahora iba de camino, y sucedió todo esto, mientras ellos dan enormes cenas de
gala en el chalet de mi padre yo tengo que sobrevivir a base de pizza y con el
trabajo que tengo, sin embargo lo soporto, pues si no fuera independiente estaría
a merced de mi madre y el infeliz de su marido, ellos se volverían una piedra
en mi camino, se que esa mujer me dio la vida, y le agradezco, solo lamento que
no pudiera hacérmela feliz.
Bill
acabó de girar su cuello para mirar a Tom, el de rastas observo su hermoso
rostro, su maquillaje estaba corrido por las lagrimas derramadas, pero aun así
era tan lindo, Bill suspiro bajito y volvió a mirar al frente.
—Bill,
no sabes cuantas ganas tuve de morir cuando sufrí tiempos difíciles, la vida en
las calles fue horrible pero soportable, pero la vida en la cárcel fue lo mas
espantoso que pude vivir y quise matarme muchas veces, pero a ultimo momento me
detuve, ya que quería demostrar que podía hacer algo bien en mi vida —continuó
Tom— Aun que todos me dejaron de lado y estaba solo, sin embargo, sin que nadie
me ayude, logre salir adelante por mi cuenta, si yo pude, ¿Por qué tu no?
—No
es lo mismo —jadeo Bill negando con la cabeza.
—
¿Por qué no es lo mismo? —Pregunto Georg— no hay nada de lo que no te puedas recuperar.
—Georg
tiene razón —dijo Gustav— sea el problema que sea siempre hay una solución, y nosotros
podemos encontrarla.
—Bill
—llamó finalmente Tom— cuéntanos… ¿Por qué estas aquí?
Bill
sintió dos calientes lagrimas deslizarse por sus mejillas.
—Mi…
mi nombre —comenzó al fin— es Bill Kaulitz, tengo 17 años y hoy fue el peor día
de mi vida —su voz sonaba totalmente destruida, perdidas las ganas de vivir, Tom
estaba seguro de que trataba de aguantarse el llanto para poder hablar bien.
—
¿Por qué? —preguntó Gustav suave.
—Mi-mi
padre —continuo Bill— el no me cree.
—
¿Qué es lo que no te cree?
—Que
mi hermano mayor me lastima, todas las noches —Bill soltó un sollozo y comenzó
a llorar muy tristemente, Tom se tenso al oír esto, una ira lo invadió
totalmente, ¿Qué significaba “lastimar”? ¿Bill era…tocado por su hermano mayor?
No, era mejor no sacar conclusiones precipitadas, prefirió escuchar a Bill muy
atentamente.
—Mi
mamá se fue con otro hombre —continuó suavemente Bill— y papá siempre dijo que
fue mi culpa, que por mi culpa mamá se fue, después llego esa mujer —Bill se
estremeció del miedo— Estela, ella se caso con papá, y su hijo Cristian, mi
hermanastro, el siempre me odio, papa lo prefiere mas a él, cuando Estela y
Cristian me tratan mal, mi padre no dice nada, un día llegue al hospital por
que rompieron una de mis costillas, papá invento que me había caído de un árbol.
Gustav
miro con indignación al chico, ahora reconocio al chico por la televisión, el padre
de Bill era Jorg Kaulitz, quien era empresario poseedor de una fábrica de autos
de carreras, multimillonario, y no podía creer que fuera un monstruo que
lastimaba o dejaba que lastimasen a su hijo.
—Después
Estela se quedo embarazada y todo fue peor —siguió Bill, el llanto volvió a
atacarlo, durante unos instantes solo se escucharon los desgarradores sollozos
del pelinegro, Tom se apego lo mas que pudo a él— Cristian comenzó a
comportarse raro conmigo —sollozo— me quitaba la ropa en la noche para tomarme
fotos, me amenazo con mostrárselas a todos si yo no… —Bill se mordió el labio
tan fuerte que un hilillo de sangre chorreo por su mandíbula.
—Desgraciado
—siseo Georg sintiendo un nudo en su garganta— Bill… ¿El te obligo? —el
pelinegro asintió, provocando un escalofrío en sus oyentes con la confirmación.
—Me
hizo que… se la… en mi boca—mascullo inconexamente en un susurro— dijo que
quería ir mas lejos conmigo, y tuve miedo, por eso lo golpeé ayer…
Tom
apretó con fuerza el barandal luchando contra sus ganas de romper algo, respiro
fuertemente tratando de controlar sus emociones, Bill continuo hablando.
—Y
por que no quise acostarme con el, le mostró las fotos a mi papá —Bill volvió a
estremecerse— le dijo que yo me insinuaba, con él todas las noches, que iba a
buscarlo como… como una puta en celo, y como era de esperar papá le creyó, mi
padre me dijo de todo, me desheredo miles de veces y mando a encerrarme en mi
cuarto sin comida ni agua, yo tenia miedo, por que dijo que después se ocuparía
de mi, que no era posible que tuviera un hijo marica —Bill sollozo fuertemente
casi gritando, Georg recorrió su agarre hasta el codo del pelinegro tratando de
brindarle apoyo.
—N-ni
siquiera —aspiro aire sin dejar de llorar— ni si quiera me escuchó —lloro
desoladamente— trate de e-explicarle que yo nunca me había insinuado, que era
el quien me obligaba…
—Oh
dios Bill —jadeo Tom antes de hundir su nariz en la nuca de Bill.
—Saki,
mi guardaespaldas, me ayudo a escapar —siguió entre sollozos el pelinegro— él
es el único que me cree, siempre que me golpeaban el me curaba a escondisas,
papá lo descubrió un día lo despidió, le aseguró que nunca mas volvería a
encontrar empleo —Bill se atoro ligeramente por el llanto sin embargo continuo—
papá puede hacerlo si se lo propone, el tiene mucho dinero, seria fácil para el
hacer que todos rechacen a Saki el nunca encontrara otro empleo, y todo eso por
mi culpa, cuando me quitaron la vista de encima, me escape subiendo por uno de
los árboles, mi padre me llamo al celular esta mañana, dijo que en cuanto me
encuentre me internará en un sanatorio, por que solo soy un marica, supuestamente
en ese lugar me sanaran, pero yo no quiero ir a un manicomío… —Bill se callo
repentinamente al ver cámaras de los reporteros a lo lejos, si su padre lo veía
en la televisión seria su fin.
—Mierda,
cuanto lo siento Bill —dijo Gustav— pero no les des el gusto de rendirte, yo no
me rendí ante mi padre, tampoco te rindas ante el tuyo, demuéstrale que puedes
ser feliz y salir adelante.
Bill
observo como las cámaras se acercaban por entre la gente, como los policías
trataban de controlar la situación pero mas gente había llega atraía por la
curiosidad, y creyó ver una cabellera castaña corta entre la multitud, muy
parecida a la de Cristian ¿Y si era el? ¿Qué tal si estaba ahí para llevárselo?
El no quería sentir más dolor, no quería que lo golpearan mas, ni que lo
trataran como a basura, no quería quedarse a solas con Cristian, y tenia miedo
de cada integrante de su familia, no podía volver a esa casa lo matarían lenta
y dolorosamente, prefería morir de una manera rápida y sencilla.
Había
sido un iluso al pensar que esos tres desconocidos podrían ayudarle, ellos eran
chicos muy buenos, pero no podrían hacer nada contra su padre, el fácilmente podría
hacerles la vida imposible, y no quería causarles problemas, ni darles lastima
todo el tiempo. Definitivamente no quería vivir.
—
¡Por favor! —gritó Bill llorando— ¡Déjame morir! ¡No lo entiendes! ¡Si el me
encuentra va a lastimarme! ¡Ya no quiero sentir dolor! ¡Basta!
Bill
se removía inquieto entre los brazos de los tres hombres que trataban de
sujetarlo lo mejor posible.
—
¡Bill! —gritó Tom, las lágrimas lo traicionaron, trato de que Bill no notara
que estaba llorando, y darle fuerzas— ¡Bill por favor confía en mi! ¡No dejare que
nadie te lastime! —pidió por sobre el llanto de Bill.
—
¡¿No escuchaste?! ¡Dije que quiero morir! ¡Déjame morir! ¡Tom, déjame morir!
—
¡Bill! —exclamó Gustav totalmente desesperado, eso se veía muy mal— Tom esta
arriesgando su vida por ti, por favor comprende…
—
¡No! —chilló Bill con todas sus fuerzas— ¡Ustedes son los que no entienden! ¡Ya
no quiero sentir mas dolor!
En
un brusco movimiento Bill se deshizo de las manos que sujetaban sus muñecas y
se impulso hacia atrás, un miedo enorme lo embargo al darse cuenta de lo que
había echo, estaba cayendo, y Tom caía con el, iban a morir, el iba a ser
causante de la muerte de Tom, el chico lindo que había arriesgado su vida para
darle una oportunidad nueva, sin siquiera conocerlo, y el lo había destinado a
morir, era un asesino, quiso gritar con toda su fuerza, pero algo lo detuvo
repentinamente.
Miro
hacia arriba, Tom estaba sujeto por Gustav y Georg, la mano del de rastas
agarraba firmemente la suya, colgaban sobre el vacío, y las tormentosas aguas
del mar.
—
¡Sujétate! —vociferó Tom con desesperación, Bill solo se rindió— ¡Vamos Bill
sujétate! —pidió con el esfuerzo de sujetarlo sin que el ayudase.
Arriba
en el puente la gente y los policías trataban de subirlos, pero al parecer
tenían problemas para hacerlo, Bill miro hacia abajo, el sol acababa de
ocultarse, el mar estaba inquieto metros abajo, esperando por su caída, ahora
el miedo se había ido, no tenia ningún tipo de miedo morir solo tenia que
soltarse.
—Tom
suéltame —pidió bajito el de rastas aferro mas fuerte su mano— ¡Suéltame! —
grito esta vez.
—
¡No lo voy a hacer!
—
¡Si no me sueltas caerás conmigo! ¡Suéltame! ¡Deja que ellos te suban!
—
¡Moriré a tu lado si es necesario pero no te voy a soltar!
—
¡No seas idiota! ¡Por favor! —sollozó desesperado— ¡No quiero que mueras! ¡No Tom,
por favor! ¡No quiero que tú mueras!
—
¡entonces viviremos juntos! —gritó Tom, totalmente decidido, encontró una
fuerza inhumana y jalo a Bill hacia arriba, mientras a su vez era jalado por
los policías y los dos hombres, después de un rato Tom y Bill se encontraron
seguros en el puente, habían muchas cámaras, y personas que suspiraron
aliviadas al verlos sanos y salvos.
—Bill
dime como te sientes, te salvamos— le susurro Tom al oído sin dejar de
abrazarlo— ¿eso esta bien para ti? Solo dime en lo que estas pensando.
Un
sollozo ahogado escapo de los labios de Bill mientras se aferraba a Tom con
todas sus fuerzas, y entonces lo dijo:
— ¡Quiero vivir! —se sorprendió de saber que era verdad, las
lagrimas negras caían por su mejillas, lo siguiente que supo fue que Tom lo
tomaba entre sus brazos y lloraba a su lado, otros brazos lo rodearon y escucho
claramente el la voz de Georg llorando, y poco después se unió al abrazo Gustav
que también lloraba en silencio.
¡No se olviden de dejar comentarios! Me harían muy feliz.
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