miércoles, 21 de noviembre de 2012

!Déjame morir! (Minific) 2.



Gustav Shäfer se encontraba en un bus público, sentado, observando las pequeñas gotas de lluvia caer, chocaban contra el ventanal y rodaban hacia abajo debido al movimiento del colectivo, a su lado estaba Lily, su mejor amiga de la infancia, hablándole acerca de lo mucho que le gustaría irse a estudiar medicina a Cuba, el padre de la chica sin embargo, estaba totalmente en desacuerdo.

¿Por qué los padres siempre tratan de oponérsenos? Pensó el rubio algo molesto.

Y no pensaba así solo por los padres de Lily, también por los suyos y miles de padres mas en el mundo que siempre se oponían a los deseos de sus hijos, ¿Qué tanto podía costarles comprender? Simplemente sus progenitores se cerraban herméticamente ante cualquier aspiración que sus hijos pudiesen tener.

Los hijos no eran marionetas, para hacer lo que los padres quisieran, tratando de manejarlos a voluntad, tenían voluntad propia, deseos y sueños propios ¿Por qué contentarse con un camino forjado para el? Eso no era lo que quería.

Sus padres habían desistido totalmente con él, después de dos años tratando de obligarlo a ingresar a la facultad de derecho, al fin lo habían dejado en paz, Gustav no quería ser abogado, ¿Por qué habrían de obligarlo sus padres a ser algo que no quería?

Observo con cariño las baquetas que sobresalían de uno de los bolsillos de su mochila, que reposaba en sus piernas, el era músico de nacimiento, no era abogado, si no músico, y si eso cabreaba a sus progenitores podían acabar haciéndose la idea, pues la batería era su vida.

—…Entonces papa dijo —continuó contándole Lily— “No iras a un lugar lleno de esa gente” y también dijo “Es demasiado lejos ¿Qué tiene de malo estudiar aquí?” ¡No me entiende! —Casi grito frustrada— ¡No entiende que necesito ayudar a las personas! No estudio medicina por el dinero, lo hago para salvar vidas.

—Lo se Lily —dijo el joven rubio— y créeme que te entiendo, lamento que tu padre no lo pensara un poco mas.

—Oye Gus —llamó ella— si el derecho no es lo tuyo ¿Qué tal la medicina? —Gustav soltó un bufido de incredulidad.

—Ni siquiera puedo salvarme a mi mismo Lily, ¿Cómo salvar a los demás cuando no puedo con mi propia existencia?

—Tienes razón, acabarías matando a tus pacientes —rió ella pinchándole una mejilla con el índice, Gustav soltó una risita mal disimulada y miro por la ventana, ya alcanzaba a ver los sostenedores del imponente Golden Gate, las nubes estaban arremolinadas sobre el puente, y a los lejos se divisaba uno que otro rayo caer.

—Estaba pensando en buscar un trabajo —le comentó Lily— para ahorrar dinero.

— ¿Para irte de aquí?

—Quiero ir a Cuba —exclamó ella con convicción— quiero ayudar a que este mundo sea un mundo mejor.
Gustav no sabía como responder a eso, su amiga era siempre tan soñadora, siempre en pos de los demás, cuando el solamente podía preocuparse de si mismo, de sus problemas, del rechazo de sus padres hacia su vocación, sus comentarios hirientes.

El creía firmemente que ser músico no era igual a ser un vago, después de todo cualquier trabajo es digno pues las personas se esfuerzan en lo que hacen, sin embargo sus padres solían pensar que un trabajo como lo era ser artista, era una perdida de tiempo y de dinero.

— ¡Oh Dios mío! ¿Qué es eso? —exclamó la voz de una mujer mayor, Lily y Gustav alzaron la vista, una señora que estaba sentada en los asientos de adelante se había encaramado a la ventana y miraba algo con expresión aterrada— ¿Por qué están esos chicos ahí?

Gustav se apego al vidrio helado del bus observando atentamente, un par de metros mas adelante, en el carril contrario habían dos coches detenidos en plena carretera, frente al bus habían unas cuantas personas de pie mirando algo, y justo al lado del carril izquierdo, que era el que recorría su bus, habían tres personas en una situación bastante mala, un chico apenas agarrado al barandal del puente, tras este estaba otro con ropas muy anchas y una gorra sujetando sus rastas, y por ultimo, en la calzada estaba un joven castaño sujetando la muñeca del primero.

Gustav no era lento y entendió al instante la situación.

El bus tuvo que detenerse por las personas paradas en plena vía publica observando la escena como atontados, Gustav salto en su asiento buscando su celular, cuando lo encontró se lo arrojo a Lily.
— ¿Gus? —ella le miró con sus ojitos asustados.

—Llama a la policía Lily, rápido, ese chico quiere matarse.

— ¡¿lo dices enserio?! ¡oh mierda!

—Lily, por favor llama a la policía. 

Gustav salio del bus lo más rápido que pudo, no sabía por que lo hacia, pero no se detuvo a pensarlo, llego al lado de los tres chicos que hablaban en voz baja, escuchó al pelinegro decir:

— ...Por favor quítate, no quiero hacerte daño, solo deseo morir —el sujeto detrás de él negó fervientemente con la cabeza, provocando que sus rastas salpicaran ligeras gotitas de agua a los costados, la lluvia los había empapado totalmente, aumentando el riesgo de que pudiesen resbalar.

— ¿Por qué? —preguntó Gustav repentinamente, apareciendo cerca de ellos así de la nada, ganándose la atención sorpresiva de los tres jóvenes— ¿Por qué quieres morir?

—No es tu asunto —contestó el pelinegro esquivando cualquier mirada, Gustav se acerco lentamente a los chicos, e imitando al castaño sujeto la otra muñeca de Bill, brindándole una tímida caricia de apoyo, realmente sentía que necesitaba salvar una vida ese día, por que no había persona en el mundo que no se mereciera otra oportunidad.

— ¿No quieres contarme? —preguntó el rubio suavemente, el pelinegro negó con la cabeza— bueno, esta bien, pero al menos ¿Querrás oírme? 

— ¿Oírte?

—Si, deseo contarte algo.

—Está bien… —accedió el joven suicida, Gustav trato de tranquilizarse para calmarlo a el, su rostro era tan joven… ¿Cómo un chico tan hermoso y pequeño quería cometer algo así? Gustav llevó su otra mano libre a la muñeca de Tom y la aferro también, a pesar de que no conocía a los hombres que estaban rodeándolo, sentía un lazo fuerte con ellos, un lazo que se creaba a través de la confianza, la que pensaba volcar en tres desconocidos, ahora no se trataba de obligar al chico a querer vivir, era acerca de convencerlo de querer vivir por voluntad propia, o si no serviría de nada salvarlo, pues el volvería a tratar de quitarse la vida, una y otra vez.

—Mi nombre es Gustav Shäfer —dijo el rubio suavemente ignorando las gotitas de lluvia y la gente que comenzaba a arremolinarse en los alrededores, atraídas por la morbosidad— tengo 22 años y mi vida es un desastre completo, mi padre quiere que estudie derecho, el es abogado, pero yo no quiero seguir sus pasos, mi vida es la música ¿Sabes? —Agrego soñador— amo tocar la batería, por que eso me hace sentir vivo…
El rubio hizo una pequeña pausa.

—El día de hoy mi padre me dijo que no debí haber nacido —confesó tragándose su tristeza— que soy un vago y un desperdicio de tiempo, el no sabe cuanto me dolieron sus palabras, a pesar de que no nos llevamos bien, es mi padre, y me hubiera gustado tener su apoyo en lo que me gusta hacer, pero se que el jamás lo entenderá —La lluvia aumento en intensidad, las gotas hacían mas ruido al chocar con el suelo. Georg miro al sujeto rubio con algo de admiración, era una buena manera de distraer al joven pelinegro, pues sabía a la perfección que ninguno de los tres iba a irse hasta que lo convencieran de vivir.

—Volvió a botarme de casa —continuo Gustav— ya se le esta haciendo costumbre, aun que siempre me pide regresar, yo estoy cansándome de ello, pues en casa es un infierno, mis padres no dejan de atosigarme con la perfecta vida que tendría si me animara a estudiar derecho, quizás ganaría mucho dinero, pero no seria feliz, estoy seguro, así que estaba pensando en mudarme…

Bill lo miro atentamente, no sabia que pensar de todo ello, quizás después de todo no estaba tan solo en el mundo con sus problemas.

— ¿Quieres contarme por que estas aquí? ¿Por qué quieres hacerte esto? —le preguntó al moreno, negó con la cabeza volviendo a empujar hacia atrás, Georg sujeto también ambas muñecas, la del pelinegro y la del de rastas.

—Entonces déjame hablar a mí también —pidió en un tono de voz suplicante, Bill asintió sin mirarlo, pero sus ojos castaños se volcaron hacia su persona en cuanto Georg comenzó a hablar.

—Yo me llamo Georg Listing —dijo imitando al rubio— tengo 22 años también, vaya el tiempo talmente pasa rápido en mi vida jamás creí sentirme tan viejo, y justo este momento es el que mas parece durar —sonrió con una hermosa sonrisa— mira no se que decir exactamente, no tengo tanto tacto como lo tiene él —señalo a Gustav con un movimiento de cabeza— pero lo único que entiendo de todo esto es que cuando vi que querías morir, me asusté, se que no nos conocemos y que soy un total extraño para ti, pero realmente sentí temor, por que una vida es una vida, y es tan valiosa como cualquier otra…

Bill no quitaba la vista del chico.

—Yo tengo… bueno, tenia seria la palabra, tenía una novia —continuó Georg— estábamos saliendo hasta el día de hoy, durante tres años seguidos —se aclaro la garganta— tres años de mi vida en los que creí ser feliz, puse todo de mi para que resultase ¿sabes? Ella siempre me decía con mucho cariño que quería casarse conmigo y tener hijos, yo también lo daba por hecho, sin embargo comenzaron las peleas hace un par de meses, y mis sospechas de que me engañaba crecieron.

Georg puso una mirada melancólica.

—Mis padres viven en Florida —continuó— yo los deje solamente por estar con ella, por que sus padres son de aquí y ella tenia que volver, por ella vine a vivir a San Francisco, por ella tuve que dejar de estudiar para trabajar en dos o hasta tres lugares a la vez, por que no tengo el dinero suficiente sin la ayuda de mis padres, hoy ella me mando un mensaje de texto diciendo que terminábamos, ni siquiera se digno a llamarme o pedirme que nos veamos, mando todo mi esfuerzo a la mierda junto con nuestra relación.

Tom sintió a Bill destensarse ligeramente, trato de relajar sus músculos, se sentía mas seguro al ver como esos dos desconocidos tomaban sus muñecas con convicción.

—De hecho hoy iba a verla para tratar de salvar lo nuestro, fue cuando paso todo esto, y ese tema desaprecio de mi mente —confesó Georg mirando a sus acompañantes con la mayor convicción posible— ella dejo de ocupar mis pensamientos al igual que todos mis problemas, pues en lo único que podía pensar era en “tengo que hacer algo” pues realmente quería salvarte, ¿Realmente puedo hacerlo? ¿Puedo salvarte?
Bill negó con la cabeza nuevamente.

—Yo… solo quiero morir, si tan solo hubiese saltado ya —el pelinegro sintió a Tom estremecerse tras suyo, ¿Realmente le daba tanto miedo a ese desconocido que muriese? Ni siquiera se conocían ¿Por qué habría de importarle Bill a esas personas?

—Tenia miedo —habló Tom después de callar durante un tiempo, a lo lejos se escuchaban los cánticos de las sirenas de la policía, bomberos , ambulancia o lo que fuera, seguramente alguien los había llamado— cuando te vi sentado al borde, creí que te lanzarías sin mas, estaba tan asustado, el corazón comenzó a dolerme por latir tan rápido.

— ¡¿Por qué te importa tanto?! —Preguntó Bill alterado— ¡No me conoces! ¡No te conozco! ¿Por qué tienes que meterte en lo que no te importa?

—Claro que me importa —aseguró Tom pegándose a la espalda de Bill, quería que sintiera su apoyo, su calor, que supiera que estaba con él. Y que a partir de ese día de algún modo siempre lo estaría.
—Basta por favor —esta vez la voz de Bill sonó totalmente rota por el llanto, Tom sintió los espasmos del pelinegro contra su cuerpo— no digas que yo te importo, no lo tomes a la ligera —sollozó con dolor— no le importo a nadie, por favor…

—Bill —susurro Tom luchando contra las ganas de derramar sus propias lagrimas— Bill, aun falto yo ¿Quieres conocerme Bill? Yo quiero conocerte, quiero saber tu historia.

 Bill siguió llorando desconsoladamente, trato de serenarse y se apego más al pecho de Tom, buscando ese calorcito en su espalda.

—Está bien, habla —pidió Bill.

—Mi nombre completo es Tom Trümper, tengo 20 años, estudio química, la química es la única felicidad en mi vida —declaró triste, ni siquiera el mismo se había dado cuenta de lo mucho que se había cerrado a las personas— no se como introducirme a lo que es mi vida, solo diré que mi padre murió cuando yo era un niño, mi madre no tardo en casarse nuevamente, y mi padrastro jamás me trato como a su hijo, siempre fui un estorbo para el —respiró profundamente para darse valor de confesar sus problemas frente a unos desconocidos, varios uniformados se acercaban, eran policías, Bill se puso visiblemente palido y tenso, automáticamente trato de soltarse de la barandilla.

— ¡No se acerquen! —gritó Georg aumentando la presión sobre ambas muñecas, si caían podría tratar de sujetarlos a como de lugar.

—No te inquietes por mi uniforme —hablo el policía deteneniendose con una seña mando a los demás a retroceder lentamente, y mantener a la gente a raya— todos somos seres humanos, y deseamos ayudarte ¿No quieres bajarte ya del borde? 

Bill sacudió la cabeza, negando fervientemente.

Gustav miro a Tom intensamente, invitándolo con la mirada a continuar con su historia, Tom carraspeo bajito y hablo nuevamente.

—A los quince años me peleé con mi padrastro, incluso llegamos a los golpes, el era mas fuerte que yo en ese entonces, cuando el me golpeó mi madre vio todo, y en lugar de defenderme, se puso de su lado, la cara de preocupación que puso al verlo con solo unos raspones me rompió el corazón, pues no le importaron mis heridas yo estaba mucho mas hecho mierda que ese cabrón, créanme, tenia un par de costillas rotas, mi madre nunca se enteró— Tom sintió una caricia en la mano izquierda que era sostenida por Gustav, siguió hablando— cuando pude volver a caminar me fui, abandone mi casa, y mi padrastro me grito que no vería ni un solo centavo de su bolsillo si salía por esas puertas, jamás mire atrás.

Bill volteo ligeramente para ver a Tom.

—No tenia nada, solo una maleta y lo que traía encima, no supe que hacer así que dormía en las calles, conocí muchas personas en mi situación comencé a juntarme con ese tipo de gente —continuó Tom con tristeza— consumía drogas también las vendía, robé, comí de la basura, hasta que un día me arrestaron, la cárcel fue la peor experiencia de mi vida, estuve dentro solo cinco meses pero cada minuto dentro de ese lugar era un infierno, cuando me dejaron libre busque un trabajo, y trate de entrar a la universidad, lo logre después de un año tratando, y conseguí un departamento, que comparto con un par de chicos para pagar el alquiler entre todos, estoy becado en la universidad por mis notas, si no, tampoco podría pagarla.

Tom sintió un nudo en su garganta recordar todo eso de su pasado le traía muy malas sensaciones, pero el no quería morirse como el chico entre sus brazos, tan débil y de algún modo tan inocente, Tom trato de aguantarlo.

—Y ahora mi madre me llama muchas veces, como si nada hubiera pasado, ella es tan hipócrita, si no me hablara y se comportara como la “madre preocupada” sus amistades podrían sospechar que en realidad yo estoy viviendo un infierno mientras ellos disfrutan del dinero que fue de mi padre, trata de comportarse como una madre, siempre esta criticándome algo, mis rastas, mi ropa, mi música, el piercing en mi labio, me pide que regrese a casa, ¡Como si yo me hubiera ido por capricho! Hace varios días viene chantajeándome con el asunto de su aniversario, cumple cuatro años de casada con el hombre que un día casi me mato a golpes, ella me llamo hoy para amenazarme con ir a mi departamento si no iba a si ridícula fiesta.

Georg miro al sujeto sintiendo de alguna manera que no era el único con problemas en el mundo, luego miro a Gustav y por ultimo a Bill, y se sintió menos solo de lo que se había sentido jamás, estaba seguro de que los demás sentían lo mismo, incluido el pelinegro.

—Justamente ahora iba de camino, y sucedió todo esto, mientras ellos dan enormes cenas de gala en el chalet de mi padre yo tengo que sobrevivir a base de pizza y con el trabajo que tengo, sin embargo lo soporto, pues si no fuera independiente estaría a merced de mi madre y el infeliz de su marido, ellos se volverían una piedra en mi camino, se que esa mujer me dio la vida, y le agradezco, solo lamento que no pudiera hacérmela feliz. 

Bill acabó de girar su cuello para mirar a Tom, el de rastas observo su hermoso rostro, su maquillaje estaba corrido por las lagrimas derramadas, pero aun así era tan lindo, Bill suspiro bajito y volvió a mirar al frente.
—Bill, no sabes cuantas ganas tuve de morir cuando sufrí tiempos difíciles, la vida en las calles fue horrible pero soportable, pero la vida en la cárcel fue lo mas espantoso que pude vivir y quise matarme muchas veces, pero a ultimo momento me detuve, ya que quería demostrar que podía hacer algo bien en mi vida —continuó Tom— Aun que todos me dejaron de lado y estaba solo, sin embargo, sin que nadie me ayude, logre salir adelante por mi cuenta, si yo pude, ¿Por qué tu no?

 —No es lo mismo —jadeo Bill negando con la cabeza. 

— ¿Por qué no es lo mismo? —Pregunto Georg— no hay nada de lo que no te puedas recuperar.

—Georg tiene razón —dijo Gustav— sea el problema que sea siempre hay una solución, y nosotros podemos encontrarla.

—Bill —llamó finalmente Tom— cuéntanos… ¿Por qué estas aquí? 





Bill sintió dos calientes lagrimas deslizarse por sus mejillas.

—Mi… mi nombre —comenzó al fin— es Bill Kaulitz, tengo 17 años y hoy fue el peor día de mi vida —su voz sonaba totalmente destruida, perdidas las ganas de vivir, Tom estaba seguro de que trataba de aguantarse el llanto para poder hablar bien.

— ¿Por qué? —preguntó Gustav suave.

—Mi-mi padre —continuo Bill— el no me cree.

— ¿Qué es lo que no te cree?

—Que mi hermano mayor me lastima, todas las noches —Bill soltó un sollozo y comenzó a llorar muy tristemente, Tom se tenso al oír esto, una ira lo invadió totalmente, ¿Qué significaba “lastimar”? ¿Bill era…tocado por su hermano mayor? No, era mejor no sacar conclusiones precipitadas, prefirió escuchar a Bill muy atentamente.

—Mi mamá se fue con otro hombre —continuó suavemente Bill— y papá siempre dijo que fue mi culpa, que por mi culpa mamá se fue, después llego esa mujer —Bill se estremeció del miedo— Estela, ella se caso con papá, y su hijo Cristian, mi hermanastro, el siempre me odio, papa lo prefiere mas a él, cuando Estela y Cristian me tratan mal, mi padre no dice nada, un día llegue al hospital por que rompieron una de mis costillas, papá invento que me había caído de un árbol.

Gustav miro con indignación al chico, ahora reconocio al chico por la televisión, el padre de Bill era Jorg Kaulitz, quien era empresario poseedor de una fábrica de autos de carreras, multimillonario, y no podía creer que fuera un monstruo que lastimaba o dejaba que lastimasen a su hijo.

—Después Estela se quedo embarazada y todo fue peor —siguió Bill, el llanto volvió a atacarlo, durante unos instantes solo se escucharon los desgarradores sollozos del pelinegro, Tom se apego lo mas que pudo a él— Cristian comenzó a comportarse raro conmigo —sollozo— me quitaba la ropa en la noche para tomarme fotos, me amenazo con mostrárselas a todos si yo no… —Bill se mordió el labio tan fuerte que un hilillo de sangre chorreo por su mandíbula.

—Desgraciado —siseo Georg sintiendo un nudo en su garganta— Bill… ¿El te obligo? —el pelinegro asintió, provocando un escalofrío en sus oyentes con la confirmación.

—Me hizo que… se la… en mi boca—mascullo inconexamente en un susurro— dijo que quería ir mas lejos conmigo, y tuve miedo, por eso lo golpeé ayer…

Tom apretó con fuerza el barandal luchando contra sus ganas de romper algo, respiro fuertemente tratando de controlar sus emociones, Bill continuo hablando.

—Y por que no quise acostarme con el, le mostró las fotos a mi papá —Bill volvió a estremecerse— le dijo que yo me insinuaba, con él todas las noches, que iba a buscarlo como… como una puta en celo, y como era de esperar papá le creyó, mi padre me dijo de todo, me desheredo miles de veces y mando a encerrarme en mi cuarto sin comida ni agua, yo tenia miedo, por que dijo que después se ocuparía de mi, que no era posible que tuviera un hijo marica —Bill sollozo fuertemente casi gritando, Georg recorrió su agarre hasta el codo del pelinegro tratando de brindarle apoyo.

—N-ni siquiera —aspiro aire sin dejar de llorar— ni si quiera me escuchó —lloro desoladamente— trate de e-explicarle que yo nunca me había insinuado, que era el quien me obligaba… 

—Oh dios Bill —jadeo Tom antes de hundir su nariz en la nuca de Bill.

—Saki, mi guardaespaldas, me ayudo a escapar —siguió entre sollozos el pelinegro— él es el único que me cree, siempre que me golpeaban el me curaba a escondisas, papá lo descubrió un día lo despidió, le aseguró que nunca mas volvería a encontrar empleo —Bill se atoro ligeramente por el llanto sin embargo continuo— papá puede hacerlo si se lo propone, el tiene mucho dinero, seria fácil para el hacer que todos rechacen a Saki el nunca encontrara otro empleo, y todo eso por mi culpa, cuando me quitaron la vista de encima, me escape subiendo por uno de los árboles, mi padre me llamo al celular esta mañana, dijo que en cuanto me encuentre me internará en un sanatorio, por que solo soy un marica, supuestamente en ese lugar me sanaran, pero yo no quiero ir a un manicomío… —Bill se callo repentinamente al ver cámaras de los reporteros a lo lejos, si su padre lo veía en la televisión seria su fin.

—Mierda, cuanto lo siento Bill —dijo Gustav— pero no les des el gusto de rendirte, yo no me rendí ante mi padre, tampoco te rindas ante el tuyo, demuéstrale que puedes ser feliz y salir adelante.

Bill observo como las cámaras se acercaban por entre la gente, como los policías trataban de controlar la situación pero mas gente había llega atraía por la curiosidad, y creyó ver una cabellera castaña corta entre la multitud, muy parecida a la de Cristian ¿Y si era el? ¿Qué tal si estaba ahí para llevárselo? El no quería sentir más dolor, no quería que lo golpearan mas, ni que lo trataran como a basura, no quería quedarse a solas con Cristian, y tenia miedo de cada integrante de su familia, no podía volver a esa casa lo matarían lenta y dolorosamente, prefería morir de una manera rápida y sencilla.

Había sido un iluso al pensar que esos tres desconocidos podrían ayudarle, ellos eran chicos muy buenos, pero no podrían hacer nada contra su padre, el fácilmente podría hacerles la vida imposible, y no quería causarles problemas, ni darles lastima todo el tiempo. Definitivamente no quería vivir.

— ¡Por favor! —gritó Bill llorando— ¡Déjame morir! ¡No lo entiendes! ¡Si el me encuentra va a lastimarme! ¡Ya no quiero sentir dolor! ¡Basta!

Bill se removía inquieto entre los brazos de los tres hombres que trataban de sujetarlo lo mejor posible.

— ¡Bill! —gritó Tom, las lágrimas lo traicionaron, trato de que Bill no notara que estaba llorando, y darle fuerzas— ¡Bill por favor confía en mi! ¡No dejare que nadie te lastime! —pidió por sobre el llanto de Bill.  
— ¡¿No escuchaste?! ¡Dije que quiero morir! ¡Déjame morir! ¡Tom, déjame morir! 

— ¡Bill! —exclamó Gustav totalmente desesperado, eso se veía muy mal— Tom esta arriesgando su vida por ti, por favor comprende…

— ¡No! —chilló Bill con todas sus fuerzas— ¡Ustedes son los que no entienden! ¡Ya no quiero sentir mas dolor! 

En un brusco movimiento Bill se deshizo de las manos que sujetaban sus muñecas y se impulso hacia atrás, un miedo enorme lo embargo al darse cuenta de lo que había echo, estaba cayendo, y Tom caía con el, iban a morir, el iba a ser causante de la muerte de Tom, el chico lindo que había arriesgado su vida para darle una oportunidad nueva, sin siquiera conocerlo, y el lo había destinado a morir, era un asesino, quiso gritar con toda su fuerza, pero algo lo detuvo repentinamente.

Miro hacia arriba, Tom estaba sujeto por Gustav y Georg, la mano del de rastas agarraba firmemente la suya, colgaban sobre el vacío, y las tormentosas aguas del mar.

— ¡Sujétate! —vociferó Tom con desesperación, Bill solo se rindió— ¡Vamos Bill sujétate! —pidió con el esfuerzo de sujetarlo sin que el ayudase.

Arriba en el puente la gente y los policías trataban de subirlos, pero al parecer tenían problemas para hacerlo, Bill miro hacia abajo, el sol acababa de ocultarse, el mar estaba inquieto metros abajo, esperando por su caída, ahora el miedo se había ido, no tenia ningún tipo de miedo morir solo tenia que soltarse.

—Tom suéltame —pidió bajito el de rastas aferro mas fuerte su mano— ¡Suéltame! — grito esta vez.
— ¡No lo voy a hacer!

— ¡Si no me sueltas caerás conmigo! ¡Suéltame! ¡Deja que ellos te suban!

— ¡Moriré a tu lado si es necesario pero no te voy a soltar!

— ¡No seas idiota! ¡Por favor! —sollozó desesperado— ¡No quiero que mueras! ¡No Tom, por favor! ¡No quiero que tú mueras!

— ¡entonces viviremos juntos! —gritó Tom, totalmente decidido, encontró una fuerza inhumana y jalo a Bill hacia arriba, mientras a su vez era jalado por los policías y los dos hombres, después de un rato Tom y Bill se encontraron seguros en el puente, habían muchas cámaras, y personas que suspiraron aliviadas al verlos sanos y salvos.

—Bill dime como te sientes, te salvamos— le susurro Tom al oído sin dejar de abrazarlo— ¿eso esta bien para ti? Solo dime en lo que estas pensando.

Un sollozo ahogado escapo de los labios de Bill mientras se aferraba a Tom con todas sus fuerzas, y entonces lo dijo:

— ¡Quiero vivir! —se sorprendió de saber que era verdad, las lagrimas negras caían por su mejillas, lo siguiente que supo fue que Tom lo tomaba entre sus brazos y lloraba a su lado, otros brazos lo rodearon y escucho claramente el la voz de Georg llorando, y poco después se unió al abrazo Gustav que también lloraba en silencio.

¡No se olviden de dejar comentarios! Me harían muy feliz.

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