martes, 29 de enero de 2013

Cross Roads - 03

Capítulo 3: Bill Kaulitz en peligro.

Bill sintió la punta filosa del cuchillo hundirse ligeramente en su piel, justo encima de su cuello y bajo el mentón, además de una poderosa mano inmovilizando su brazo dolorosamente atrás de él, el pecho de Tom se pegó a su espalda, y pudo sentir su calor tan cerca de su cuerpo que a pesar de dolor un estremecimiento agradable lo recorrió entero.

—Te advertí que si volvías a acercarte a mi te mataría —le escucho decir cerca de su cuello, sintió su aliento golpeando su piel y a pesar del miedo que sentía su cuerpo comenzó a temblar de expectación, y su orgullo a bullir como la lava de un inminente volcán en erupción.

—Hazlo, córtame —le retó Bill apenas en un susurro, aun sin creer que Tom estuviera ahí después de tanto tiempo sin saber nada de él, Tom no se movió detrás de Bill durante unos minutos como si estuviera contemplando la posibilidad de abrir la garganta de Bill con un corte de su cuchillo, entonces velozmente Tom retiró el cuchillo y estampo a Bill Kaulitz contra la pared, aprisionó su cuerpo con el suyo propio, quedando en el máximo contacto con Bill sin saber lo mucho que le afectaba, Bill sintió un leve destello de placer cuando casi todo el cuerpo de Tom lo sometió contra la pared, a pesar de que el cuchillo de Tom volvía a estar contra su garganta.

— ¿Por qué me seguiste? Bastardo hijo de puta, ¿Qué no tuviste suficiente con la ultima vez? —le molestó Tom sacando su lengua para juguetear con su piercing, Bill sintió como se ruborizaba inevitablemente ante el espectáculo, pero no iba a dejar que Tom viera el estado de turbación en el que lo dejaba, desesperadamente trató de liberarse, su orgullo estaba luchando por ganar otra vez.

—Suéltame maldito imbécil —advirtió con furia asesina, tratando de que Tom no notara lo mucho que le afectaba su cercanía, pero Tom era más fuerte y lo sometió.

— ¿Por qué no vengarme justo ahora de lo que te atreviste a hacerme marica? —Tom hizo un corte poco profundo en el cuello de Bill, un hilillo de sangre chorreo hasta manchar el cuello de la camiseta gris de Bill, este siseo con dolor— ¿Te duele? ¿Quieres más? —preguntó Tom llevando el cuchillo ensangrentado hasta el rostro de Bill.

—Estas loco —dijo Bill escupiendo las palabras con odio— ¿Viniste aquí solo para vengarte por lo que te hice? ¿Después de tanto tiempo? —preguntó sin dejar su tono de voz amenazante aun que por dentro se moría de curiosidad, ese Tom era mas violento… mas salvaje de alguna manera y Bill se sintió consternado al saber que no había dejado de amarle, eso únicamente lo enfureció mas.

— ¿Crees que todo el mundo gira alrededor tuyo? —preguntó Tom apretándolo mas contra la pared— yo nunca me tomaría tantas molestias por un marica como tú, esto es solo una interesante coincidencia —dijo Tom cerca de sus labios, tentándolo, Bill sintió su aliento calido golpearle en la boca y deseo besarlo, Bill realmente hizo un gran esfuerzo para evitar que se le notara y lo miró con odio.

—No te creo, nadie invitaría a un criminal muerto de hambre a un lugar como este, te colaste aquí solo para golpearme —dijo Bill tratando nuevamente de empujarlo, joder, ¿Qué comía ese chico para ser tan fuerte? Tom soltó un bufido y rodó los ojos.

—Puedes pensar lo que quieras, no me interesa, solo mantente alejado de mi, soy alérgico a los maricones y peor si tienen una cara como la tuya —dijo Tom empujándolo contra la pared para luego soltarlo, Bill lo vio irse pero lo alcanzó y lo giró bruscamente.

— ¡¿Quién te has creído que eres?! —dijo furioso, su cara estaba roja y lo sabia, pero roja de la rabia, nadie había pisado tanto su orgullo en un solo año como ese maldito rapero de mierda acababa de hacerlo en unos cuantos minutos, su madre siempre le decía que ese orgullo iba a costarle caro algún día, que debería dejarlo de lado pero Bill no podía, toda su vida rodeado de personas que lo veían y decían cosas como: “hay que niño tan hermoso” y tiempo después con todas esas chicas soñando con un solo día a su lado, Bill lo había leído en un blog que se era especialmente para hablar de él, le dedicaban poemas cursis, algunas historias ficticias y totalmente improbables de suceder en la vida real, y todas desfallecían por estar a su lado, incluso hacían montajes de fotos donde Bill besaba a alguna chica, increíblemente hasta ese punto llegaba el amor platónico de sus fans.

Bill pudo ver a Tom mirándole como si miraría una cucaracha antes de moverse demasiado rápido como para que Bill pudiera evitarlo, Tom le estampo un duro golpe en el estomago a Bill, este se dobló sobre si mismo tosiendo, sujetándose el estomago, joder eso había dolido, Bill a pesar de que asistía al gimnasio no estaba acostumbrado al contacto físico así que le tomo un tiempo volver a coger aire, sintió como una mano fuerte y segura lo cogia de la barbilla, Tom lo obligó a mirarle, Y Bill se perdió en su rostro, era el mismo que el de ese chico del colegio al cual le había tendido una trampa, solo que mas maduro, totalmente distinto y salvaje, a pesar de que Bill sabia lo peligroso que era desafiarlo lo miro con todo el odio que pudo, Tom solo hizo un gesto de aburrimiento ante su evidente orgullo.

—Escucha, mientras tú y yo no volvamos a cruzarnos podrás conservar tu cuello pegado al resto de tu cuerpo ¿entendido? Así que mas te vale correr si me ves llegando…

— ¡Vete a la mierda! —dijo Bill con la voz algo ahogada, Tom lo soltó bruscamente y se alejo con rapidez, Bill se sentó en el piso esperando a que el mareo se le pasase, todo había pasado demasiado rápido, Bill se había soñado muchas veces con volver a ver a Tom pero eso definitivamente no era ni remotamente parecido a lo que se había imaginado, incluso había pensado en algunas palabras para pedirle perdón pero ahora lo único que quería era…

— ¡Bill! ¿Estás bien? —Bill pudo oler el perfume floral de Aleia, y sus manos acariciando su espalda y su frente, la miro y pudo ver en sus ojos la preocupación cuando ella noto la sangre de su cuello, era una herida mínima pero igual le asustó.

—Estoy bien…

—Rayos, no estas bien Bill, estas sangrando, vámonos —Aleia lo ayudo a pararse y salieron de la casa de Darío, no les prestaron mucha atención ya que la gente comenzaba a ponerse en honda, Aleia lo sujetaba firmemente de su cintura y Bill trataba de no apoyarse mucho en ella para no dejarle todo su peso encima, salieron afuera donde una brisa algo fría les golpeó los cuerpos sudados, caminaron por el sendero que los llevaría hasta la acera y escucharon unos gritos atrás, se voltearon para ver a Darío totalmente ebrio, saltar del segundo piso de su casa a la piscina, entre los vítores de la gente, realmente la fiesta ya se estaba alocando, había gente bailando como si estuviera en celo.

—Hay Tomi ¿enserio no quieres quedarte? Mira que la fiesta no esta tan aburrida —escucharon una voz melosa, Bill se detuvo y Aleia tuvo que hacerlo también, al frente cruzando la calle estaba Tom Trümper con una rubia abrazada a su cuello, al parecer no se habían percatado de que ellos estaban cerca oyéndolos.

—No Jess, yo ya cumplí con los veinte minutos…

—Pero ni siquiera pudimos bailar nada, ¿Dónde rayos te fuiste? Tuve que buscarte con las bebidas —se quejó ella haciendo un puchero, Bill vio como Tom volteaba hacia donde ellos estaban, sus ojos se conectaron con los de Bill y este lo vio sonreír suavemente, con suficiencia, la chica rubia no se había dado cuenta de eso, Tom puso con confianza sus manos en la cintura de Jessica y pegó mas a su cuerpo, ella lo miró extrañada pero no dijo nada.

— ¿Por qué no me acompañas a lo de little pig? —preguntó Tom acercándose a ella, seduciéndola, Bill apretó los puños.

—Pero ahí no hay nada divertido —se quejo Jessica antes de que sus labios fueran atrapados fuertemente por los de Tom, Bill bajo la mirada al sentir un dolor fuerte en el pecho que nada tenia que ver con sus heridas, Tom lo estaba haciendo a propósito, lo sabia y no iba a darle el gusto de hacerle notar que si le afectaba, que verle besando a esa chica con tanta pasión le afectaba de maneras en las que dolía realmente mas que cualquier golpe y herida, a pesar de los días y años que habían pasado, a pesar del odio que solía profesarle Tom, su corazón seguía latiendo acelerado por el, nada había cambiado, todo seguía siendo la misma maldita mierda.

Pero Bill no iba a dejarle ganar, por mas que deseara a Tom, su orgullo era primero, estar enamorado de Tom Trümper no significaba que el dejaba de ser Bill Kaulitz, la persona por la cual la mitad de la población femenina del país moriría sin dudarlo, la persona que elegía a sus “victimas” que aceptaban gustosas arrodillarse ante el y complacer todos sus caprichos, por que ellos no le estaban haciendo un favor a Bill, el les estaba haciendo un favor al darles un poco de su atención, y no iba a ser distinto con Tom bastardo Trümper.

—Vámonos —dijo arrastrando a Aleia hasta su auto, un Audi negro bastante cómodo y lujoso, ella lo miro por unos momentos y luego suspiro negando con la cabeza, lo ayudo a subirse al asiento del copiloto y luego rodeo el auto para conducirlo ella misma.

—Por dios Bill, tienes esa misma expresión que… —comenzó ella recordando hace dos años, pero no termino la frase solo encendió el motor para que no hubiera tanto silencio incomodo.

— ¿Quién lo invito? —preguntó Bill acariciándose el estomago con mucha suavidad le dolía un horror.

—Seguramente Jessica Owen —dijo Aleia retrocediendo lo más que podía para poder desparquearse.

— ¿Era esa… rubia?

—Sí, era ella, la hija de James Owen, también es socia del club de yates y del B&W.

— ¿Qué demonios hace una heredera con un…?

— ¿Criminal? ¿Pobre? ¿Estúpido? ¿Sucio maloliente?—preguntó Aleia de tirón, Bill suspiro y asintió— no lo se Bill, no parece ser de las chicas que se juntarían con un delincuente que no tiene ni donde caerse muerto— Aleia aceleró una vez hubieron salido de entre los dos autos y pasaron al lado del auto lila de Jessica, donde vieron a Tom hablando con ella apoyados ambos en el capó, Bill torció la cabeza para mirarlos hasta el ultimo momento donde su vista ya no alcanzaba a distinguirlos, y se enderezó para que dejara de dolerle el estomago, maldito Tom ¿Cómo se podía odiar y amar a un persona al mismo tiempo?— pero quizás el logro engatusarla

—Si… tal vez —para su mala suerte de repente, el auto comenzó a hacer unos sonidos extraños, Aleia miro confundida hacia delante y fue frenando, entonces el motor simplemente se apagó y no quiso encender, ella trató un par de veces pero no funcionó.

—Rayos —dijo ella golpeando el volante— ¿Ahora que?

—Mi auto nunca se había apagado así —murmuró  Bill bajándose con calma, cada que hacia un movimiento brusco le dolía el estomago donde Tom le había golpeado, así que se movió con cautela, Aleia lo imitó y ambos fueron a ver que había pasado con el motor, abrieron la cajuela y una ligera capa de vapor salía del aparato, no se atrevieron a tocar nada, por que no sabían nada de autos y por miedo a quemarse o electrocutarse.

— ¿Y ahora que hacemos?— pregunto ella.

—Súbete al auto y préndelo, yo veré que anda mal —dijo Bill, no se le ocurría nada mas, Aleia asintió y subió al coche, coloco su pie sobre el pedal del acelerador y a una señal de Bill lo piso, Bill no vio nada distinto en el motor solo el mismo vapor que poco a poco desaparecía, al tercer intento el auto milagrosamente arrancó, Bill pudo escuchar el “si” emocionado de Aleia por sobre el suave rugido del motor, bajó el capo y se subió al coche— menos mal —dijo ella cuando el auto avanzó sin problemas.

—Si, no quería llamar a una grúa — Bill vio el reflejo de unas luces en el espejo del retrovisor, para que poco después el auto lila de Jessica Owen pasara volando a su costado para adelantarlos, Bill pudo ver fugazmente a Tom conduciéndolo, y simplemente tuvo una idea.

—Síguelo —dijo, Aleia lo miro sorprendida.

— ¡Claro que no! ¡Mira lo que te hizo! ¿Acaso quieres que te asesine? ¡Tenemos que ir a un hospital! —chillo exasperada, Bill la miro con suplica.

—Ale estoy bien, lo juro, solo síguelo, ¡Lo vas a perder! —ella acelero no pudiendo creer que le estuviera haciendo caso al loco de Bill.

— ¡¿Estas… Loco?! ¡Recuerda que estas herido! ¿Qué acaso no te importa tu salud? —pregunto ella tratando de no perder de vista el coche de la rubia, Bill se puso el cinturón de seguridad cuando su cuerpo reboto de un lado a otro con los esfuerzos de Aleia por seguir al coche.

—Estoy bien, no es como si fuera a morirme por heridas así —le dijo Bill rodando los ojos— No te acerques tanto, se darán cuenta de que los estamos siguiendo —le indico Bill, Aleia bufo exasperada.

—No me jodas Bill, en primer lugar no tendríamos que estar siguiendo a ese criminal imbécil —dijo ella tratando de mantener una prudente distancia y de no perderlo al mismo tiempo— ¿Qué ganas con seguirlo? Oh no… yo lo sabía, por eso tenias “esa” cara… Bill ese chico ya no es un compañero del colegio al cual puedes tenderle una trampa, si le jodes vas a acabar muerto, por favor piénsatelo —pidió ella casi suplicando.

—oh vamos Aleia, solo se hace al rudo, no creo que sea tan peligroso, además que de ninguna forma pienso temerle, eso le daría mas poder que no tiene, de ninguna manera…

— ¡Bill! Digas lo que digas… esto no me parece buena idea, vas a obsesionarte de nuevo con el… Bill tu… ¿sigues enamorado de Tom? —pregunto mas seria despegando su vista del auto de Tom para mirarlo a el de reojo, Bill arrugo el cejó.

—Definitivamente no —mintió descaradamente— Es solo… que no puedo dejar que crea que le tengo miedo…

—Si claro —se mofo Aleia sin creerle ni una sola palabra, ninguno de los dos volvió a hablar llegaron hasta una zona residencial, donde el auto lila se perdió en una entrada enorme que daba una elegante mansión, Aleia estacionó a una distancia prudente y apago el motor— ¿Y ahora que?

—Esperemos —dijo Bill mirando hacia donde el auto se había introducido, Aleia bufo molesta y se cruzo de brazos esperando, estaba preocupada por Bill, pero al parecer este no se preocupaba por si mismo, pues prefería perseguir criminales asesinos en lugar de ir a un medico. Pues se podía ir al carajo.

Poco después los vieron saliendo juntos, esta vez sin el coche, la chica estaba colgada del brazo de Tom mientras este le decía algo inclinándose hacia su rostro, poco después un taxi se estaciono frente ellos y abordaron rápidamente, el taxi arranco con un ligero chirrido de sus llantas y se fue alejando.

— ¿Y ahora que? ¿Tengo que seguir al taxi? —preguntó Aleia aburrida.

— ¡Si! —grito Bill el auto amarillo casi había desaparecido entre el trafico, apenas podía verlo a lo lejos, Aleia arranco rápidamente demostrando que no era solo una chica hermosa si no además una gran conductora, así que siguió al taxi durante media hora, alejándose cada vez más del centro de la ciudad, entrando a una zona donde no habían edificios y solo casas, y a medida que avanzaban las casas se hacían mas alejadas unas de las otras, además de que iban decreciendo en nivel, Bill arrugo el entrecejo ¿Qué hacían ahí? ¿Y donde estaban además? El taxi tomo un angosto camino y salió a una avenida mucho mas grande por donde pasaban inmensos caminotes de carga, Aleia trato de seguirlo entre las enormes bestias de la carretera, el taxi se perdió de vista varias veces pero al final lo vieron justo a tiempo tomando una curva secundaria para dejar la gran avenida, Aleia lo siguió a mucha mas distancia ya que en esa carretera no habían autos y podrían darse cuenta de su presencia, el taxi era una mancha amarilla por delante de ellos, entonces unos kilómetros mas adelante Aleia frenó bruscamente, Bill resintió el cinturón de seguridad aplastándose contra su pecho.

— ¡¿Qué demonios?! Ale ¿Estás loca? ¿Por qué frenas así? —le recriminó Bill acariciándose el firme estomago con una mueca de dolor.

—Estás loco si crees que vamos a entrar ahí cariño… vámonos.

— ¿Por qué?—preguntó Bill mientras veía como ella trataba de dar la vuelta para irse.

—Realmente no sabes nada, deberías ver las noticias de vez en cuando y dejar de lado los programas de moda y farándula, estamos frente Village Hope —declaró como si se tratara de Silent Hill, Bill rodó los ojos.

— ¿Y le tienes miedo a eso?

—No, le tengo miedo a la gente que vive ahí, escucha, si entramos a ese lugar saldremos dentro de una caja para ser enterrados en el mausoleo familiar ¿Eso quieres? ¿Acabar muerto?

—Bien, entonces iré a pie —dijo Bill abriendo su puerta para salir del carro.

— ¡Espera! —ella le llamó mirándolo hastiada— No Bill, no vas a entrar a ese lugar, ahí viven asesinos y narcos, y no es como en las películas aquí te matan sin preguntarte primero, así que nos vamos de aquí y dejamos esta ridícula idea de perseguir a ese delincuente, vamos a un maldito hospit… ¡BILL! —chilló Aleia al ver como este se bajaba del auto y seguía el camino a pie, mas adelante se veían unas cuantas casuchas— ¡Bill! ¿Te has vuelto loco? —gritó ella conduciendo a la velocidad de los pasos lentos de Bill a su lado mientras el caminaba testarudamente sin detenerse.

—Tengo que encontrarle un punto débil a ese maldito —dijo con los dientes apretados— nadie es perfecto.

— ¿Estás loco? ¿Vas a morir solo por tu ridícula obsesión? —grito ella molesta— ¡Acéptalo de una vez Bill! ¡A el no le van los chicos! ¡No le gustas! —Bill se detuvo en seco y la miró con rabia.

—Si tanto miedo tienes puedes irte, tienes el maldito auto solo vete —y Bill siguió caminando en dirección a ese pueblucho de quinta, sin hacer caso a Aleia que seguía conduciendo muy lentamente al ritmo de sus pasos.

— ¡Estás haciendo un drama Bill! —grito ella molesta eran pocas las veces que se peleaban, casi nulas, se amaban mucho como para pelearse, pero al parecer esta iba a ser una de esas veces, entonces Aleia recordó, el día en el que Bill se había abierto totalmente a ella, enseñándole sus verdaderos sentimientos.


Lentamente fueron recostándose en la cama, Aleia no dejo de abrazar a Bill mientras este lloraba como nunca antes lo había visto llorar, se quedaron dormidos, juntos compartiendo un dolor que debería ser de uno, pero Aleia jamás dejaría a Bill solo, era como un hermano que nunca tuvo y que amaría tener, pero si no podía tener a Bill como hermano de sangre lo tendría como hermano del alma.

—Aleia, ¿Cómo pude enamorarme de el? —escuchó la voz nasal de Bill que se aferraba a su cintura.

—No lo se… quizás es como dicen, no eliges de quien enamorarte…

—Justo ahora el debe estar odiándome, y duele, no sabes como duele saber que nunca podre acercarme a él de nuevo, lo jodí todo —Aleia estaba asombrada de que Bill dejara su dignidad de lado para decirle eso.

—Bill tu… aun puedes tratar de hacer algo, quizás si le pides disculpas…

— ¿Tú crees? —su voz tenia un matiz de esperanza que Aleia no podía alimentar sin estar segura.

—Tal vez si… pero Bill yo no conozco a Tom y no se lo que haría si te disculparas con el.

—Lo mas probable es que el patease mi culo lejos de aquí —suspiro Bill derrotado, odiaba ese sentimiento llamado amor, odiaba lo que estaba sintiendo, se sentía enfermo y nunca se había sentido tan miserable, ¿Por qué todo tenia que ser tan complicado? ¿Por qué tuvo que conocer a Tom Trümper?

—Bueno de todas formas que pierdes intentándolo? No te va a hacer nada por que yo le romperé la cara si vuelve a golpearte —dijo ella con fiereza Bill soltó una risita.

—Ya veremos.



Pero Tom no volvió al colegio los días siguientes, y Bill se resigno a no verlo, pero el día de entrega de notas, cuando estaban por irse luego de recoger sus documentos, Tom apareció al lado de una hermosa mujer que seguro era su madre, Bill lo vio mirando un instante hacia su dirección para luego prácticamente correr y alejarse de ellos lo más rápido posible, Bill solo suspiro derrotado.

—Este trimestre tus notas bajaron Bill, tu padre no va a estar contento hijo —dijo su mama mirando con angustia sus notas.

—Ya mamá luego las recupero —dijo sin importarle mucho las notas, sus ojos seguían mirando las lejanas figuras de Tom y su madre.

—apá que tal si tu y la señora Kaulitz esperan aquí un momento, ¿Bill me acompañas? Quiero ir a comprar algo de comer —dijo ella con fingida inocencia, Bill asintió rápidamente.

—claro.

— ¡No se demoren mucho hijo! —pidió la mamá de Bill pero ellos ya caminaban apurados, alcanzaron a ver como Tom y su madre entraban a las oficinas del colegio, se quedaron afuera esperando sin importar si sus padres les habían dicho que se apuren.

— ¿Cómo debería pedírselo? —pregunto Bill nervioso, Aleia sonrió.

—Dile “oh Tom perdóname por haber chupado tu verga” —Bill le dio un codazo en las costillas mientras ella se moría de la risa.

—Si claro, ya enserio…

—Dile que lo sientes, simplemente eso, no puede ser tan malo…

Poco después vieron a Tom saliendo con su madre, seguramente ellos esperaban a que fuese a hablar con sus amigos y agarrarlo cuando estuviera solo para disculparse con el, pero Tom camino junto a su madre todo el tiempo y se detuvieron cerca del comedor, Bill y Aleia se ocultaron detrás de una pared que daba hacia el patio recreacional como un pasillo, se escuchaban apagadas conversaciones provenientes del comedor que estaba rodeado de cristal pero la voz de Tom y su madre les llegaba clara y fuerte.

— ¿Tom? ¿Quieres comer algo antes de irnos? —escucharon la voz melodiosa de la madre de Tom, Aleia quiso asomarse pero Bill la detuvo.

—Mamá quiero cambiarme de colegio —escucharon entonces la voz de Tom que los congelo en sus sitios.

— ¿Qué? ¿Cambiarte de…? ¿Por qué?

—Es que… no me gusta este colegio, opino que la gente de aquí… no me gusta

— ¿Por qué hijo? ¿Te hicieron algo?

—No mamá nadie me hizo nada —escucharon la rotunda voz de Tom, casi violenta al mencionar esa frase, desesperada por tratar de probar que realmente “nada” había pasado, entonces Bill comprendió a lo que se refería Tom, a lo que trataba de negarse a sí mismo diciendo eso, Tom continuo con su explicación: — es solo que quiero cambiar de ambiente, y bueno recibí las notas del segundo trimestre, eso me basta para que pueda cambiarme a otro colegio y acabar el ultimo trimestre ahí ¿verdad?

—De acuerdo querido, hablare con tu padre, supongo que si tus notas son aceptadas en otro colegio podrías cambiarte…

Las voces se hicieron mas lejanas y entonces se atrevieron a asomarse, la mujer y Tom se alejaban directamente hacia la salida, Aleia suspiro decepcionada y se giro a ver a Bill que tenia una expresión fría y decidida, incluso llegó a  sorprenderle la rabia que podía ver en sus ojos, Aleia comprendió entonces que Bill estaba afectado pero ocultaba su tristeza con furia.

— ¿Bill?

—Es un imbécil… —dijo suavemente— Por mi puede irse a la mierda no sé por qué carajos intente disculparme en primer lugar —Aleia se acercó a él y acaricio su largo pelo negro.

—Te sentías mal por lo que le hiciste —le recordó Aleia, Bill rodó los ojos.

—Pues ya no me siento mal, me siento genial y si quiere irse que se vaya, después de todo Tom no es nadie, no se qué bicho me pico para considerarlo…  —Bill temblaba de la rabia y de la humillación, Aleia suspiro triste después de todo el plan no había salido tan bien como ella pensaba— me voy a olvidar de el Aleia… me lo voy a sacar de la cabeza aun que tenga que arrancármela y separarla de mi cuerpo.

—Bill… Dios nunca creí verte… enamorado no de esta forma.

—Ojala nunca te pase es horrible —dijo Bill cruzándose de brazos, “mi dignidad es primero” pensaba una y otra vez para ignorar el dolor punzante de su pecho, realmente dolía como si estuviera enfermo, y todo por culpa de ese imbécil maloliente de Tom Trümper.

— ¿Ale? ¡Hija! ¡Vamos, los estamos esperando! —escucharon la voz del papa de Aleia, la mamá de Bill estaba a su lado alisando con sus manos las arrugas invisibles de su costosa ropa en gesto refinado.

— ¡Si papá! —Bill y Aleia se acercaron caminando lentamente.

— ¿Entonces tu papa cree que aun eres virgen? —le pregunto Bill suavito Aleia le mando una mirada de advertencia y otra preocupada a su progenitor que estaba aun lejos como para oírlos.

—Sí pero más tardare hablaremos de ello —mascullo, Bill soltó una risita, el padre Aleia era un sujeto guapo en la opinión de Bill, según su propio padre no era muy bueno para los negocios pero tenia un carisma especial que atraía a la gente, y lo que lo hacia de alguna manera mas simpático, era que el pobre hombre aun creía que su hija era una princesita de 6 años, solo había que ver como decoraba su habitación con dibujos de Disney y esas chorradas de barbie, si supiera que Aleia… era lo mas alejado de lo que el tenia en su mente…

Pero bueno sus padres también tenían una muy mala idea de él Aleia no era la única que escondía secretos a sus progenitores, su padre estaba seguro de que Bill estaba con Aleia para follar, no se lo había dicho directamente pero Bill lo entendía entre líneas, y su madre pensaba que Bill estaba con Aleia por que secretamente estaba enamorado de ella y no tenia el valor de decírselo, en varias ocasiones su madre le había tratado de… “motivar” a que hablara con Aleia para confesarle sus sentimientos, pero Bill solo decía “hay mamá Ale y yo solo somos amigos” cosa que su madre ni remotamente le creía.

Si supieran que a Bill le gustaba encerrarse en un estrecho cubículo del baño de su colegio con un chico arrodillado ante el tragándose su verga seguro les daría un ataque, por que Bill era gay totalmente, las chicas no le iban para nada.

Paso mucho tiempo entonces, a veces Bill se olvidaba de Tom Trümper, pero siempre lo recordaba, al final de sus sesiones de sexo con chicos que estaban ansiosos por dejar que su cuerpo fuese utilizado para saciar el hambre sexual que Bill tenia, cuando se corría dentro del condón y de sus estrechos culos, simplemente no sentía nada, el placer estaba ahí y era abundante pero su corazón parecía acelerarse únicamente por el esfuerzo físico, nunca volvió a sentir ese latigazo de “algo” que le daba cuando veía a Tom, cuando pudo sentir su piel, su olor almizcle que de alguna manera lo había dominado aquel lejano día, por que Bill se sentía así, sin importar que Tom hubiera estado atado y sin salida, no se sentía como el verdugo si no como la victima de una atracción tan poderosa hacia a Tom que simplemente no había podido controlarla.

Y si alguna vez espero sentir ese poderoso sentimiento con alguien mas nunca lo consiguió, aun que lo intento desesperadamente no pudo volver a sentirlo y a veces le desesperaba por que su cuerpo y su mente estaban olvidándose de la sensación, y a pesar de que llegó a aborrecer ese sentimiento también lo extrañaba y mucho.

— ¿Bill? —Aleia se sentó a su lado en la cama sin importarle su desnudez— vente a desayunar, debes estar cansado después de lo de anoche, Dios parecía que estabas degollando a ese chico por la forma en la que gritaba —se rió ella acariciando su pelo.

—Si… —Bill se giro para quedar de espaldas a la cama y de frente al techo, sintió la sabana enredarse en sus muslos y de repente no quería ir a desayunar, ni regresar a su casa antes de que su madre se diera cuenta de que había pasado la noche fuera, en el depa de Aleia, follando con un chico rubio hasta que lo secó totalmente para ser mas exactos, no tenia ganas de nada, solo de quedarse ahí recostado lamentando su suerte, lamiendo sus heridas como un perro herido, ni si quiera sabia por que mierda estaba tan triste pero lo estaba.

—Al menos tapate hombre —se quejo Aleia jalando la sabana para cubrir el miembro flácido de Bill, ella se dio cuenta de que algo andaba mal su amigo lucia totalmente abatido— ¿Qué tienes?—pregunto entonces.

—Nada… solo tengo flojera —mintió el, por que si le contaba que estaba triste sin saber por que simplemente le parecía muy afeminado algo así.

—Dario va a organizar una fiesta el fin de semana ¿vamos? —pregunto ella recostándose a su lado, Bill puso su brazo para que ella pudiera acomodarse sobre sus bíceps y utilizarlos como almohada.

—No lo se Ale… mi madre ya esta comenzando a sospechar que me escapo de mi habitación, creo comenzara a poner cámaras en el jardín y en mi ventana para pillarme bajando por ella —rió el.

—Oh vamos Bill, no es como si estuvieras escapando entre días de escuela, como ahora por ejemplo… —se rio ella Bill solo bufo suave— tu sabes como ganarte a tu mamá esta loca por vos, vamos, solo tienes que decir que iras a una fiesta, es el fin de semana no pondrán muchas objeciones, y ambos tenemos buenas notas este trimestre, ni siquiera podrían echarnos eso en cara.

Bill solía escaparse de su habitación en las noches para ir hasta el depa de Aleia, ella solía hacer lo mismo ya que su padre seguía siendo tan incrédulo como siempre, ella salía de su casa vestida con faldas largas y blusas anchas, ropas que honrarían a un testigo de Jehová sin duda, pero afuera era otra cosa, ella se quitaba sin pudor las molestas prendas, para mostrar la ropa sexy que llevaba debajo Bill estaba acostumbrado a ayudarla para que su padre no la descubriera en sus andadas, entonces iban a una discoteca y elegían a sus victimas respectivas para luego ir a follar al depa, la única regla era nunca hacerse pillar con sus padres.

—Ah dale, vamos… pero creí que tu y Dario…

—Hay Bill nosotros solo follamos un par de veces y ambos acordamos quedar como amigos pase lo que pase.

—Supongo —murmuro Bill, el prefería ya no escoger a sus victimas de entre las personas del colegio, simplemente un desconocido en una discoteca… y al final ni se acordaba de sus nombres.

—Entonces arriba —ella se puso de pie de un salto— hay que desayunar para irnos antes de que sean las seis —eso era lo malo de las escapadas, había que madrugar ridículamente temprano para llegar a casa meterse a la cama y fingir que uno recién se despertaba, Bill haciendo acopio de toda su fuerza, se levanto y se metió al baño para despejarse, no podía correr el riesgo de ser sorprendido por su padres, seguro lo echaban bajo siete llaves y el padre de Aleia le cortaría las pelotas por no cuidar correctamente la virtud de su hija…aun que no hubiera sido el quien se la hubiera quitado.

— ¡Bill! ¡Cariño se enfría tu desayuno!

—Si ya voy —gruño Bill acabando de atar sus zapatillas a sus pies, joder, estaba exhausto había follado como un loco, solo había dormido unas cuantas horas y tenia que ir al colegio dentro de un rato, iba a desmayarse sin duda.



— ¡Bill! ¡Bill! —varias chicas corrieron hacia el emocionadas, todas niñas “nice”, ya que tenían plata, no tanto como Bill o Aleia pero la tenían, vestían totalmente a la moda, con rosados y purpuras, incluso sus iphones eran rosas o violetas, eran chicas totalmente… Ugh.

— ¿Qué? —preguntó parándose con una mano en el bolsillo y con la otra se llevo un mechón de pelo rubio hacia atrás, para que no cayera sobre su frente.

—hum… Antoniette quiere hablar contigo —las chicas empujaron a otra chica que parecía avergonzada, tenia el pelo largo y castaño y un perfume demasiado dulzón para el gusto de Bill.

—Ah… este… bueno como se acerca el baile de promoción… me preguntaba si irías con alguien —dijo la chica mirando al piso, Bill se abstuvo de rodar los ojos, desde que había salido en la televisión en “heirs of fortunes” y la gente se había enterado de que el era uno de los hijos de los que pertenecían a la asociación B&W, y no de cualquiera si no del hombre que era la mano derecha del presidente de dicha asociación, la gente había enloquecido un poco, y trataba de ligárselo como sea, incluso esas chicas nice…no era la primera vez que repetía esa escena.

—Iré con Aleia Hans —dijo sonriendo de lado, las chicas se vieron desilusionadas.

— ¿Ella…es tu novia? —pregunto la chica que aun que seguía pareciendo tímida ante él, en realidad tenia agallas, nadie se atrevía a preguntarle cosas, solo aceptaban su veredicto final.

—Si, algo así —contesto Bill enigmático— lamento tener que declinar tu invitación —agrego sin lamentarlo para nada y luego se alejo suavemente mientras escuchaba los “consuelos” que sus amigas le brindaban a la “pobre” chica. Bill solo no soportaba a esa gente que quería ascender socialmente a cuestas de otros.

—Hey Bill —una mano palmeo amistosamente su espalda— ¿Cómo estas viejo? ¿Vendrás a mi fiesta cierto? —preguntó Dario— vendrá mucha gente del Regent School también.

Habian tres colegios que eran los mas caros de la ciudad, donde todos los ricos obligaban a sus hijos a estudiar, los colegios tenían convenios internacionales así que eran de ayuda a la hora de escoger universidad sea donde sea que se ubicara esta, incluso en África, una era Red College, el otro era Regent School y el ultimo era Paul Bons Institute, la mensualidad en cada una de ellas era un ojo de la cara para la gente de clase media, pero para la fortuna de sus padres no era gran cosa.

—Si ahí estaré ¿no has visto a Aleia?

—Estaba cerca de las piscinas, que bueno que vendrás, solo quería cerciorarme —su móvil comenzó a sonar en ese instante con una canción de algún DJ famoso, Dario se fijo en el remitente y se despidió de Bill apurado— lo siento debo contestar esta llamada, nos vemos en mi casa el domingo —le dijo alegremente palmeando su espalda antes de contestar su móvil— ¿Jessica?¿Vas a venir cierto…? —la voz de Dario se hacia mas lejana mientras Bill se alejaba en dirección a las piscinas para encontrarse con Aleia sin saber que ir a esa fiesta cambiaria totalmente todo de una manera radical y que su vida no volvería a ser la misma.

Bill llegó temprano a la casa de Aleia, hacia calor esa noche así que solo se puso su camiseta gris sin mangas, unos pantalones ajustados oscuros, que no apretaban mucho sus piernas pero las formaban bien, y unas zapatillas negras que completaban el conjunto, Bill podía asegurar que se veía apetecible, y si iban a ir chicos del otro colegio seria buena idea ligarse a uno, solo que podría ser una mala idea ligárselo en frente de los chicos de su escuela, podría dar de que hablar si lo pillaban, estaba sentado en el sillón junto al padre de Aleia esperando a que esta bajase de su habitación.

—Ahí esta mi niña —dijo el hombre cuando Aleia bajó, Bill se giró en el sofá para verla, vestía un vestido negro, largo hasta las rodillas, un moño alto y una chaqueta encima, se veía bien…

— ¿Nos vamos? —preguntó ella inocentemente.

—Si vámonos —Bill se puso de pie y su padre los acompaño a ambos hasta la puerta.

—Cuídense chicos.

—Descuida papá, seremos responsables.

—Confío en ustedes —dijo sonriendo, ellos le devolvieron una inocente sonrisa, pobre si supiera…

Entraron al Audi negro y Bill arrancó en dirección a la casa de Dario, Aleia estuvo quieta hasta que doblaron una esquina, entonces comenzó a quitarse la ropa, se quito la chaqueta y después el vestido, quedando solo con un corto de jean, cambio sus tacos por unas zapatillas y se quedo con una blusa negra que no dejaba mucho a la imaginación, Bill sonrió, ahora si era la verdadera Aleia y no un mormón.

—Uf  tanta ropa me asfixia —dijo ella soltándose el moño y desordenando su pelo rojizo, se veía realmente sexy y hermosa.

—Si tu padre te viera así moriría de un ataque.

—Sin duda —se rio Aleia, llegaron a la fiesta y Bill desplego sus encantos al instante, Aleia lo vio coqueteando con un chico que seguro era del Regent por que no era de su colegio, nunca lo había visto, ella se quedo conversando con los amigos de Dario que la conocían bien y eran buenos chicos, entonces Bill volvió a unírseles dejando al otro chico de lado,  quizás a Bill al final no le había gustado ese chico ni siquiera para usarlo como victima, a veces pasaba, Bill era realmente exigente con sus compañeros de cama, cuando volvió su mirada a Bill este estaba mirando, con los ojos desorbitados, hacia el sillón, en ese sillón había un chico que le devolvía la mirada desafiante a Bill, Aleia lo reconoció enseguida, ni aun que hubieran pasado siglos lo habría dejado de reconocer, Tom se levantó y se fue sin dejar de mirar a Bill, y desapareció dentro de la casa. Bill comenzó a moverse pero Aleia sujeto su brazo con fuerza.

— ¿A dónde crees que vas? ¿Acaso estas loco? —le pregunto arqueando una ceja.

—Ale… por favor, tengo que hablar con el —dijo Bill tratando de soltarse, ella suspiro y lo soltó.

—Está bien, pero no creo que sea una buena id… —pero Bill ya había salido casi volando detrás de Tom…

Aleia tenia que reconocerlo, esa cara de frustración que tenia Bill después de haber follado era por que se sentía vacio, Bill se había enamorado a sus dieciséis años y ahora a sus dieciocho seguía enamorado de la misma maldita persona, aun que lo negara, ella era su mejor amiga desde hacia años, una vida entera compartiendo un lazo fraternal tan fuerte como si fueran verdaderos hermanos de sangre, no podía dejar a Bill solo con esto ni tratar de cambiar sus sentimientos, solo podía ayudarlo y eso es lo que haría, se recrimino a si misma.

— ¡Bill! Por favor perdóname, sé que he estado pesada desde que vimos a Tom hoy, es solo que no me gusto que te lastimara de ese modo, por favor Bill…

— ¿Lo dices enserio? —preguntó Bill deteniéndose de repente.

—Claro que si, sabes que yo siempre voy a estar ahí para lo que sea Bill, para recibir la bala por ti —Bill entró de nuevo al auto ignorando el dolor de su estomago y le sonrió a Aleia.

—Gracias —le dijo tomando su delicada mano.

—Te amo tonto del culo —dijo ella abrazándolo fuerte y dejando un húmedo beso en el lateral de su cuello— bien vamos a cazar a ese raperito de mierda, si no es tuyo no será de nadie —dijo decidida acelerando, Bill soltó una carcajada.

—Estás loca.

—No mas que tu, eso seguro —con el ambiente mucho mas relajado entre ellos, sus lazos volvieron a unirse, su amistad de solidifico y Bill sabia que por mas daño que sufriera estaría bien si Aleia estaba ahí para levantar lo que quedaba de él y volverlo a armar totalmente, ya que si no fuera por ella no volvería a levantarse.

*****

El auto llegó al pueblucho, era deplorable, los jardines eran un asco, las calles tenían basura, y habían muchos perros quitoneandose un pedazo de carne en mal estado, las calles eran bien iluminadas hasta una plaza pequeña donde había gente, gente sentada en los banquitos, y algunos niños jugando en sus bicicletas viejas.

— ¿por dónde se habrá ido? —pregunto Aleia mirando atentamente mientras bordeaban la plaza.

—No lo se, ni quiera veo el taxi —había un par de autos rondado por el sitio autos viejos, chatarra andante, la gente miraba el auto lujoso con expresión confundida— este lugar es…

—Basura —concluyo Aleia al ver como unos siete perros de gran tamaño no tenían problemas en volcar un contenedor de basura y comenzar a rebuscar comida entre todo el contenido, Aleia se estaciono cerca de la plaza donde había mas luz y mas gente y entonces se quedo viendo a Bill— ¿Qué hacemos?

—Voy a bajar —dijo Bill, ella se quito el cinturón de seguridad pero Bill la detuvo— no, tu quédate aquí, podría ser peligroso.

—Pero Bill…

—Tu misma lo dijiste Aleia, es un sitio jodidamente peligroso y mira como vas a vestida, solo espérame aquí no voy a ir muy lejos —insistió Bill— solo… preguntarle a alguien —le aseguró.

— ¿Y después nos vamos? —pregunto la chica esperanzada, Bill suspiro y asintió.

—Si, después nos vamos, lo prometo —Bill bajó del coche y se acercó a una pequeña tiendita, había gente en el interior, a medida que se acercaba escuchaba una salsa sonando alegremente, dentro habían varios señores mayores y dos mujeres regordetas, reían con carcajadas que eran casi gritos de euforia seguro provocadas por las cervezas que ya se habían bebido, estaban sentados en sillas justo al medio de la pequeña tienda rodeados de un par de botellas vacías de cerveza y otro tanto de botellas llenas, Bill se acercó hasta la reja que separaba la tienda de la calle y una de las señoras se acerco riendo.

— ¿Si joven desea algo? —Bill pensó que seria descortés no comprar nada y solo preguntar pero… no sabía que comprar.

—Cigarrillos —dijo lo primero que se le vino a la mente.

—Oh si ¿de cuales quieres? —pregunto ella acercándose hacia la repisa donde habían varias cajetillas de diferentes marcas que Bill no conocía.

—eh… cualquiera estará bien —dijo el mientras la señora le miraba extrañada pero al final cogía una cajetilla y se la pasaba.

—Son cinco dólares —dijo ella, Bill saco un billete de cien y se lo entregó— oh… no tengo cambio para esto —dijo ella apenada devolviéndole el billete— tendrás que comprar en otro sitio —pero Bill no le devolvió la cajetilla ni le acepto el billete.

—No, descuide, se puede quedar el cambio si me hace un favor —las orbitas de la mujer por poco se salen de sus cuencas.

— ¿Qué acabas de decir? ¿Qué dejaras el billete? ¿No será falso? —pregunto la mujer poniéndolo a contraluz para identificarlo.

—No señora, no es falso, solo necesito un dato… ¿Podría ayudarme? —pregunto Bill apoyándose en las rejas de la tienda.

—Hum, tú no eres de por aquí ¿cierto jovencito?, si no, no andarías con tanto dinero en el bolsillo, podrían matarte solo por robarte esos anillos y collares —dijo señalando algunos de los accesorios de Bill— si yo fuera tu los guardaría ocultos, no es bueno andar exhibiéndose —la señora abrió la puerta de la rejilla y le hizo un ademán para que entrara— pasa joven, es peligroso ahí afuera.

—Señora… tengo mi auto allá y debo volver mi… amiga esta en el auto.

Oh Dios, ¿realmente no eres de aquí cierto?, pasa, rápido puedes preguntarme lo que quieras y luego debes irte joven, no es seguro andar por aquí y menos con una bestia como la que tienes de auto —Bill no entendió a lo que se refería con esa palabra en español pero hizo caso y entró, una silla incomoda le fue facilitada donde pudo sentarse.

—Rud querida ¿Quién es este niño rico? —preguntó un hombre moreno con una gran barriga cervecera y con claro acento latino además de mezclar las palabras con el español.

— ¿Cómo te llamas? —preguntó la señora.

—Bill…

—Toma esto Bill, salud —le alcanzo un vaso con cerveza otro señor mas flaco y largo con un abundante bigote. Bill agarro el vaso.

—Gracias…

— ¿Qué querías preguntarme chico?

—hum… estoy buscando a Tom Trümper… —automáticamente todos se tensaron y comenzaron a hablar en español, algo atemorizados.

Chico, no deberías meterte con ese tipo de gente son maleantes, personas del mal vivir, no son de tu clase, se nota que eres alajito deberías volver a tu casa… —dijo la otra señora Bill no entendió un par de palabras pero entendió que estaban hablando de peligro.

—Pero… es urgente ¿Ustedes lo conocen?

—Claro que lo conocemos, todos lo conocen incluso en las otras villas aledañas, es un joven muy peligroso, maneja drogas chico ¿Lo buscas para comprarle algo? ¿Eres adicto a la marihuana o al crack? —pregunto otro señor mucho más serio.

— ¡No! claro que no señor, solo son asuntos personales…

—Deberías irte de aquí chico, si tienes un problema con Tom no te conviene enfrentarlo, siempre anda con Don y el chico Keen’s ese al que llaman “little pig”, y no son todos, también esta Lees, que recién salió de la cárcel cuando lo agarraron por posesión de drogas, créeme que no quieres buscarlos chico, sigue mis consejos, ni siquiera la gente del pueblo se atreve a acercarse mucho a ellos.

—Acabaras con un cuchillazo en el estomago y tus tripas por el piso chico, ¿Qué te paso en el cuello? —pregunto el señor obeso mirando la herida provocada por el cuchillo de Tom.

—Un accidente…

—Tom te hizo eso ¿verdad? No busques venganza, acabaras mal, deberías agradecer que te dejo vivo —aseguró la señora poniendo sus manos sobre los hombros de Bill— Tom y los de su calaña ya no tienen salvación, no vale la pena joven si quieres ayuda llama a la policía, la pandilla de maleantes debe estar en ese basurero de autos abandonado, lléva a la policia ahí joven pero no vayas solo —dijo la señora— tengo el numero de la policía si quieres —dijo ella viendo con preocupación el corte en su cuello Bill negó con la cabeza.

—No se preocupe señora, pero no será necesario, solo lo olvidaré.

—Es lo mejor que puedes hacer chico, no es bueno meterse con esos perros sarnosos —dijo el señor obeso, Bill dejo el vaso de cerveza intacto a un costado y salió de la tienda mientras las personas lo despedían con palabras en español que no entendió, pero de todas formas agradeció la hospitalidad, ahora, ¿Dónde estaría el basurero ese que menciono la señora? Bill iba cruzando la calle en dirección a su Audi cuando un bramido se escucho poco antes de que una destartalada moto avanzara por la plaza con increíble velocidad, Bill vio la moto dirigirse directo a el.

— ¡JOVEN CUIDADO! —escuchó el grito de una de las señoras y se alejó del camino de la moto justo a tiempo para evitar ser golpeado, pero esta se detuvo un poco mas delante de Bill y el sujeto que iba encima se quito el casco para mostrar su rostro, tenía un ojo hinchado como si hubiera recibido un golpe, y un par de heridas en la cara sobre su piel morena.

—Por que no te fijas por donde vas maldito imbécil —dijo el hombre amenazadoramente.

Dios Pancho, es Don... —murmuró la señora asustada tras la rejilla llamando a su marido— maldita la hora en que apareció, por favor que el joven Bill no lo busque —pero la señora no conocía el ego de Bill que era del tamaño del sol mismo.

— ¡Tu fíjate por donde conduces retardado! —contesto Bill siguiendo con su camino, pensando que todo seria un simple intercambio de insultos como cuando sucedía algún altercado mínimo conduciendo por la ciudad.

— ¿Qué dijiste? —el hombre se bajo de la motocicleta dejando el casco a un lado— ¿Acaso te atreviste a abrir la boca marica?

— ¡Don! Hijo… deja en paz al chico, no es de aquí —escuchó Bill a sus espaldas, la señora que le había vendido la cajetilla de cigarros estaba parada cerca de ellos, con la rejilla de la tienda abierta para dar paso a los demás que miraban expectantes.

—Con mas razón señora Jiménez —dijo el hombre— no es posible que un rarito que ni quiera vive aquí quiera venir a joder donde no debe ¿No es cierto marica?  

— ¡Cuida tu boca! ¡Que yo también se usar la mía! —le amenazó Bill apretando los puños, escucho un jadeo aterrorizado tras de sí proveniente de la señora pero no volteo, solo mantuvo su mirada fija en el sujeto frente a el.

— ¿Estas buscando pleito mamón? ¡Viniste al lugar equivocado! —Bill observo asombrado como el tipo ágilmente sacaba una navaja de su bolsillo, joder ¿Cómo podía ser tan rápido para moverse?

Virgen María Don, guarda eso por el amor de Dios.

—Será mejor que no se meta en esto doña ¿Ya me tienes miedo puto? ¿Estas arrepintiéndote de haber abierto tu boca chupa pijas?

—Definitivamente no, vete a la mierda… —dijo Bill pasando de él y siguiendo el camino a su auto, de repente fue atrapado por detrás y cayó de rodillas por el peso del otro chico, que agarro entre sus manos sucias un mechón de pelo rubio y puso el cuchillo a dos milímetros de la fina nariz de Bill.

— ¿Crees que vas a irte así tan fácil Pinche cabrón? Será mejor que vacíes tus bolsillos y ruegues por tu culo ajustado, tu mami no esta aquí para defenderte ahora ¿Qué vas a hacer?

Por Dios Pancho llama a la policía, Don va a matar a ese pobre muchacho —dijo Rud a su marido, el hombre gordo rápidamente marco a la policía sin que Don se enterase de nada y pidió ayuda urgentemente.

— ¡Bill! —Aleia salio del carro al ver como el otro chico lo tumbaba.

— ¡Vete de aquí! —grito Bill fuerte para que después el otro chico jalara su cabello haciéndolo sisear de dolor.

—Así que viniste con tu puta… ¿Qué vas a hacer ahora niño pijo? Tú no sabes lo que es la calle, ¡Con que jodido derecho vienes aquí a comportarte como si fueras dueño de todo lo que te rodea! —el sujeto escupió con asco en el piso cerca de la zapatilla de Bill— tu dinero aquí no vale nada, ni tu puta y jodida vida —Don jaló su cabeza hacia atrás exponiendo su cuello— voy a acabar de partírtelo a la mitad imbécil —dijo presionando la hoja de su cuchillo contra el cuello de Bill, cerca del corte que Tom le había hecho horas antes, el rugido de un coche se escucho, Aleia acelero rápidamente y Don tuvo que soltar a Bill para evitar ser atropellado por el Audi que derrapo cuando Aleia frenaba.

— ¡Maldita perra! ¡Esta loca! —gritó Don, pero Bill no se quedo quieto, el aprovecho el momento de confusión del sujeto para ponerse de pie, todo su cuerpo sucumbió de dolor, su espalda dolía y sus rodillas ardían como el jodido infierno, pero aun así corrió, ni siquiera sabía a donde solo siguió corriendo como un loco y se metió a un callejón sucio y apestoso desde donde tenía vista de la plaza pero no podía ser visto debido a la oscuridad, guardo silencio aplastando su cuerpo contra la pared de uno de los viejos edificios que formaban ese callejón, escucho la moto del sujeto encenderse, Bill se arrimo muy suavemente para ver que sucedía, apenas saco la cabeza de su escondite por temor a que el loco con el cuchillo lo viera, pero estaba al otro lado de la plaza esa, lejos de la moto destartalada Bill pudo ver como Aleia aceleraba el Audi nuevamente cuando el chico se acerco al coche, el sujeto llamado Don corrió hacia su motocicleta y la encendió para seguir al Audi pero en su puta y jodida vida una moto de mala muerte iba a alcanzar a su maquina de velocidad, así que Aleia estaba bien, pero el… definitivamente estaba en problemas ahora.

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