martes, 29 de enero de 2013

Cross Roads - 05.1

Capítulo 5: Pagando la deuda I.

—Joder… aún estoy temblando, eso fue lo más estúpido que hicimos en nuestra vida entera, incluso más estúpido que tener sexo más de dos veces con la misma persona —Aleia se acarició los brazos tratando de calentarse del frío.

— ¡Ouch! —Bill salió de su ensimismamiento cuando la enfermera que limpiaba la herida de su cuello presionó de más.

—Lo siento muchachito, pero la herida está llena de tierra. ¿Dónde demonios te ensuciaste así? —le recriminó la mujer observando su ropa polvorienta y rasgada en algunos lugares, las mejillas de Bill tenían barro por donde sus lágrimas habían caído hace algún tiempo atrás, dejando un rastro negro sobre la blanquecina piel. Eso recordaba a Bill aquella época en la que solía maquillarse, siempre que lloraba el maquillaje se le corría y dejaba marcas sobre sus mejillas.

   De hecho, estaba sintiéndose como si hubiera retrocedido el tiempo hacia dos años, cuando había conocido a Tom, un encuentro de dos personalidades muy distintas pero iguales a la vez. Bill creía poder dominar a las personas con las que se relacionaba, y así era, nunca nadie había ido contra su voluntad, siempre hacían lo que él quería; quizás por su dinero y su apellido o porque salía en televisión y en revistas, no lo sabía, pero él tenía el control absoluto de todas las situaciones… Lamentablemente, aparecía Tom y lo ponía todo de cabeza.

   Bill jamás se hubiera rebajado a perseguir a nadie que besase a una chica delante de él… Simplemente le hubiera valido mierda, hubiera borrado su contacto del celular y se hubiera conseguido otro, pero no era cualquiera, era Tom Trümper, ese chico de las rastas rubias y ropa ancha, del cual se había enamorado. Y aunque ahora su cabello estaba más largo y sus rastas eran negras era como si esos dos años nunca hubieran pasado, como si Bill aún fuera ese chico de dieciséis años que se había enamorado de un joven criminal. Su corazón latía rebelándose a su conciencia, pues cada vez que la imagen de Tom aparecía en su cabeza era suficiente para que su ansiedad aumentara, al igual que su ritmo cardíaco, y otras reacciones físicas que Bill prefería ignorar.

   La enfermera puso un vendaje blanco bastante notorio sobre su herida y dio por finalizado su trabajo, las heridas de sus rodillas y brazos ya estaban desinfectadas. Bill agradecía que el maldito infeliz de Don no le hubiera hecho otra herida en el cuello con su cuchillo, ¿cómo se supone que iba a salir en televisión con una herida horrible en el cuello? Joder…

—listo, eso es todo, deberían tomar un taxi si han bebido…

—no se preocupe estaremos bien —le dijo Bill altaneramente saliendo del lugar. El Audi estaba estacionado afuera, en el parking del hospital, se apresuraron a entrar y el joven  subió la calefacción del auto para entrar en calor. Aleia arrancó hábilmente sin hacer mucho ruido y se alejaron en dirección a la carretera, Bill abrió la cajuela del auto donde tenía tres cajas de chicles de menta para eliminar el tufo, sacó dos y le pasó uno a su amiga; Bill tenía miedo, había visto al padre de su mejor amiga perder los estribos una vez y aunque era un hombre ingenuo y muy calmado realmente daba miedo cuando se enojaba, Bill solo podía rogar no estar metido en demasiados problemas.

—Ale —dijo Bill entonces mirándola seriamente— ¿Por qué aún nadie nos llamó? Ya sobrepasamos mucho el toque de queda —dijo rebuscando entre los bolsillos, estaba seguro de que el padre de Aleia era capaz de llamarles apenas pasara un minuto del toque de queda. Alarmado, Bill descubrió que su celular no estaba con él en ese momento.

—rayos mi celular está muerto —dijo Aleia presionando la tecla para encender el aparato, la pantalla brillo unos segundos y luego volvió a oscurecerse— es inútil, no hay batería.

—Mierda… ¿Dónde deje mi celular? —masculló Bill molesto buscando en el auto como un loco, entonces lo recordó, su celular había estado con él hasta el momento en que Tom había aparecido. Bill recordaba que el aparato se le había caído del bolsillo justo cuando Tom le había golpeado en el estomago, y después con la furia bullendo en su pecho sencillamente se había olvidado de recogerlo, seguramente seguiría en esa habitación oscura en la casa de Darío— ¡mierda! —gritó Bill furioso estampando su puño contra la tapicería del auto.

— ¿Qué ocurre?

—Mi celular está en lo de Dario —Bill notó como la chica palidecía muy ligeramente, seguro que su padre los había estado buscando y como ellos no contestaron el teléfono, de seguro en ese momento estaría histérico.

—joder… ¿Qué hacemos? —preguntó ella confundida.

—nada. Vamos a tu casa, ya es tarde…

—pero…

—todo es mi culpa, no debí obligarte a perseguir a Tom, yo estaré castigado, tu no…

— ¿No tengo que pasar por eso? —Completó ella, Bill asintió— pásame mi ropa, no me voy a rendir tan fácilmente — ordenó completamente convencida.

   Bill jaló la mochila con la ropa de Aleia y fue sacando las prendas mientras ella hábilmente se las ponía sin dejar de conducir, pronto ella estaba vestida tal y como había salido de su casa hace muchas horas atrás. Aún quedaba un buen camino por recorrer hasta su casa, pero el silencio les invadía, los nervios les mantenían callados. Bill no pudo evitar que su mente divagara, perdiéndose en el paisaje urbano que observaba a través del vidrio del auto, todos esos sentimientos que por años había tenido dentro, ocultos, bien contenidos, ahora salían como el agua filtrándose por un orificio, demasiado tarde para tratar de detenerlos.

   Los ojos de Tom estaban anclados en los suyos, a pesar de mantener aún a su amigo sujeto por la muñeca, era como si sólo existieran ellos dos. Bill sintió la fría brisa nocturna mover su pelo de un lado a otro y el sudor de su espalda, y cuello, comenzó a enfriarse causándole una incómoda sensación; pero no podía prestar atención a todos esos detalles porque simplemente, en ese preciso momento, todo su universo se reducía a ese hombre que lo miraba de una manera tan posesiva pero a la vez con tanto… odio.

— ¿Qué… mierda… acabas… de decir? —preguntó Don atónito, liberando su mano del agarre de Tom, Don se veía tan impresionado que incluso Bill llegó a creer que se había olvidado de su presencia.

—Don…

—Tom, justo ahora estoy dudando de que seas tú mismo, ¿acaso algún extraterrestre dominó tu cuerpo? ¡Acabas de decir que le salvaste la vida! ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Por qué no habría de hacerlo? —preguntó Tom con tranquilidad.

—pues porque… tu me dijiste que odiabas al bastardo que había arruinado tu vida. Perdóname Tom pero yo jamás le salvaría la vida a alguien que me jodió la vida…

—eso es sencillo, simplemente le salve la vida porque dejarlo morir era demasiado bueno para él —declaró Tom mirándolo con una sonrisa que realmente no significaba nada bueno, al menos Bill lo vio así.

—Francamente estás loco, ahora entiendo porque odias al hijo de puta —Don se volteó a mirarlo— es toda una “princesa” —Bill frunció el ceño y apretó los puños en posición desafiante. — ¿Lo ves? Es por esas tonterías es que casi te mato hace un rato, realmente los niños ricos no saben respetar a sus superiores… —, un cuchillo brilló, afilado entre los dedos de Don, en la mano que Tom no le había sujetado. Joder, Bill no podía creer que el tipo hubiera sacado su cuchillo sin que él siquiera lo hubiese notado.

— ¿Casi lo matas? —Preguntó Tom divertido— eso hubiera sido interesante, sólo que armaste un gran alboroto Don… metiste en graves problemas a Little pig.

—lo siento hermano, sabes que yo siempre trato de controlarme en público, pero este maldito gilipollas logró pasar la barrera… Mi paciencia tiene un límite —Don guardó ágilmente la navaja en su bolsillo y le enseñó el dedo del medio a Bill— hey, tu vida será un infierno… incluso me alegro de no haberte matado… marica.

— ¡Cállate! —gruñó Bill hirviendo de rabia, Don no le hizo el menor caso.

—tendrás que enseñarle modales a tu perro nuevo Tom, disfrútalo… ah y tráelo de vez en cuando a la villa, quiero divertirme viéndolo lamer el piso por donde caminas con esa lengua aristocrática que tiene en el hocico —. Don se dio media vuelta en dirección a su moto, arrancó y el viejo aparato giró con rapidez en dirección a la villa, alejándose.

   La viscosidad en sus pantalones estaba empezando a molestarle de verdad, Bill sentía como toda la tela se embarraba con su leche a cada movimiento que hacía, pero no iba a poder evitarlo, al menos no hasta que Tom lo dejara en paz…

—Te ves horrible —escuchó frente a él. Cuando alzó la vista, Tom estaba mucho más cerca, Bill frunció el ceño.

—Al menos me veo mejor que tú  —declaró Bill cruzándose de brazos, el frio estaba comenzando a ser un problema, pero al parecer a Tom no le afectaba dicha temperatura.

—realmente nunca vas a aprender a controlar tu carácter de mierda, quizás me habría acercado a ti en el colegio si no hubieras sido tan pomposo, engreído y estirado como lo eras, simplemente tenía ganas de partirte la cara y bajarte de tu nube de presunción…claro, además si te gustaran las vaginas en lugar de las pollas.

— ¡Cállate! ¡Tú no sabes nada de mí!

—Ni me interesa saberlo —Tom se pegó totalmente a Bill  y más rápido que un rayo su mano derecha voló hacia su cabeza, los largos dedos se enredaron dolorosamente en el trozo de cabello rubio y más largo que  tenía al centro de ella, se lo jaló hacia atrás provocando que Bill soltara un grito de dolor y sorpresa. El níveo cuello quedó al descubierto cuando Tom tiró hacia atrás, el agarre en su pelo era firme y doloroso, Bill realmente quiso morirse o que la tierra se tragara al pelinegro porque, justo en ese momento, estaba sintiendo como su polla saltaba ante la atención… debido a  que Tom estaba respirando sobre su cuello, dejándole sentir su tibio aliento en distintos lapsos— ¿Acaso te das cuenta de lo que eres? Tú, justo aquí y ahora, no eres nadie.

   Bill tuvo que morderse la lengua con fuerza para no gemir como una puta cuando Tom pasó ásperamente su lengua por la adolorida mordida que le había dejado hacía unos instantes. El dolor no fue suficiente incentivo para hacerle olvidar que quien estaba lamiendo su cuello era Tom Trümper, era como si el dolor no existiera, sólo el placer y la expectativa. Tom subió lamiéndolo por su barbilla, los ojos de Bill se entrecerraron ligeramente cuando el agarre en su pelo se volvió más cuidadoso y Tom se acercó a sus labios, su aliento caliente  golpeándole la piel. Tom nunca había estado tan cerca de besarlo, Bill nunca había probado el sabor de sus labios; en realidad quizás nunca le había interesado, al menos no al principio cuando creyó que podría olvidarse del de rastas, cuando pensó que la idea de Ale era la solución a su problema, porque Bill quería dejar de pensar en Tom, quería dejar de depender de su recuerdo para poder disfrutar de sus encuentros en paz, Bill aún recordaba ese sentimiento desesperante de querer quitarse a ese maldito idiota de la cabeza y no poder lograrlo… hasta ese momento, Bill nunca se había emocionado tanto con un chico como con Tom, pero creía que le pasaría igual que con los otros, que con un par de revolcones se le quitaría el capricho…

   Pero desgraciadamente en esa ocasión había ocurrido todo lo contrario, Bill no se sintió satisfecho, en realidad lo único que había sentido es que necesitaba más de lo que había obtenido sin permiso.

   Su necesidad por Tom le hizo tener esos horribles cambios de actitud, acababa totalmente enfurecido cuando una cita sexual era frustrante debido a que el maldito chico con el que estaba cogiendo no era Tom. Así se había ganado esa reputación con los chicos, todos sabían que si llegaban a coger con él sería un logro de una sola vez en la vida…

—justo ahora… —el aliento de Tom lo trajo de nuevo a la realidad, Tom estaba tan cerca que era imposible verse firmemente, sólo podían sentirse— pensaste que iba a besarte ¿cierto? —Tom se alejó de golpe y cuando soltó a Bill este perdió brevemente el equilibrio, sus piernas estaban algo débiles por algún motivo…

—Eso… eso no fue gracioso —murmuró suavemente Bill, había sido una cruel broma, hizo todo lo posible para que Tom no se diera cuenta de lo dolorosa que había sido su broma para él… resistió al ardor tras sus ojos, ¡no iba a llorar!, y mucho menos frente a Tom, agradeció que éste no le escuchara murmurando, o si es que le escuchó no llegó a entender ni una sola palabra.

—Si supieras en el hoyo lleno de mierda en el que acabas de meterte no estarías tan tranquilo teñidito, ahora me debes tu patética y miserable vida, que para mí no vale nada pero supongo que tú le tendrás mas aprecio.

— ¿De qué demonios hablas? Tú nunca me salvaste la vida… ¡Tú quisiste cortarme el cuello! —dijo Bill exasperado, no supo si fue coincidencia pero en ese instante la herida de su cuello comenzó a dolerle irregularmente.

— ¿Qué no te das cuenta? Esto no es Hollywood, aquí no te mueres con efectos especiales y sangre de mentira, aquí te arrancaran los ojos de la cara y te llenaran el estómago de plomo antes de que te des cuenta, ¿Crees que Don se hubiera contenido si no lo hubiera detenido? ¿Qué crees que lo hubiera frenado de abrirte el estomago y llegar a tus entrañas?

   Bill abrió los ojos sorprendido, en realidad no había pensado mucho en ello pero… ese día casi le abren la garganta ¡Y dos veces! Quizás la conmoción le había hecho olvidar del asunto, pero cuando creyó que Don iba a matarlo en esa plaza le entró un terror doloroso en el cuerpo. Bill, ahora que pensaba seriamente en eso, ese sujeto llamado Don, que no lo conocía de nada, hubiera sido capaz de matarlo, incluso antes de que Bill reaccionara, joder…

¿Entonces si le debía su vida a Tom?

—si me odias… ¿entonces por qué lo detuviste? —preguntó Bill abrazándose a si mismo ligeramente.

—oh, no te preocupes por eso, pronto estarás deseando que no hubiera detenido a Don, tienes una deuda de vida conmigo… si realmente valoras tu vida tienes que cumplirla.

— ¿y qué mierda es eso de la deuda de vida?

—Significa que harás todo lo que yo diga como un perro…

— ¿Qué? ¿Acaso estás loco? —Bill lo miró totalmente descolocado… Él jamás, JAMÁS, en su vida hacía lo que los otros querían, no era esclavo de nadie.

—Realmente… una deuda de vida hecha en las calles es así, a menos que no valores tu apestosa vida deberás cumplirla…

— ¿y si no lo hago qué?

—Don ya sabe lo de la deuda de vida, es cuestión de tiempo para que los demás se enteren. Si no la cumples tu única opción es salir del país, si se enteran que tu padre tiene toda la pasta que tiene te utilizarán para sacarle hasta el último centavo y asumo que acabarás viviendo en un sitio peor que este…


—Creo… que has estado viendo mucha televisión… —declaró Bill abrazándose fuertemente, quizás para protegerse del frío o de la mirada de Tom.

—Yo creo que tú no entiendes cómo funcionan las cosas por aquí. No es igual que en la televisión, aquí hay leyes que se cumplen, leyes de la calle, y lamentablemente tu apestoso trasero ahora me pertenece, no puedes escapar de tu destino. ¿Qué harás para impedir que vayan tras tu cabeza? Don nunca olvida un rostro y está muy enojado por lo que sea que le hayas hecho, si no cumples conmigo entonces no hay nada que le impida abrirte el estomago con alguno de sus cuchillos —Bill tragó en seco, todo eso era verdad, bueno… Estaba más que claro que ninguno de los amigos de Tom podría burlar a la seguridad de su “casa”; su padre había hecho poner el sistema anti robo más caro y ridículo de toda la ciudad, había trampas por todos lados que comenzaban a funcionar a partir de las once de la noche, ni siquiera ellos mismos podían salir al jardín después de esa hora por temor a ser víctimas de su propia seguridad… Había una manera de llegar a la casa sin activar las trampas, de todas formas ese no era el problema, el maldito problema era que Bill no se iba a quedar en su casa encerrado para evitar que vinieran a matarlo, ni en un millón de años…

—No puedes confiarte con Don, te atrapará en el momento menos esperado —dijo Tom como si leyera su mente. Definitivamente era cierto, Bill iba a muchos lugares, a muchas discotecas, ya sean comunes o de ambiente, también iba a muchos eventos, fiestas, cumpleaños de gente famosa, de hecho casi nunca estaba en su casa, ¿cómo demonios iba a evitar que le destrozaran la cabeza? Quizás si contrataba un guardaespaldas… Desechó rápidamente la idea, Bill difícilmente podía estar tranquilo con gente extraña a su alrededor; además, ¿Qué haría en sus escapadas nocturnas? ¿Decirle al guardia que se despertara a la una de la mañana para salir a escondidas de la casa? Definitivamente no.

— ¿tengo opción? —preguntó irónicamente. Quería destrozar cosas, gritar, golpear a Tom, no soportaba no salirse con la suya, era un sentimiento abrasador como tragarse un montón de carbón prendido al rojo vivo… Tom sonrió de lado, disfrutando de la sumisión de Bill y este se daba cuenta de ello, Tom era un maldito que amaba estar por sobre los demás, seguramente estaría regodeándose por haberlo dominado y echarle en cara todo su dinero, que en esa ocasión no le servía de nada, ¿estaría disfrutando de ver al pobre dominando al rico? ¿De ver al poderoso caer ante el débil? A estas alturas ya no distinguía uno del otro.

—definitivamente no la tienes… ¿Qué vas a hacer? ¿Huirás?— Bill negó con la cabeza, y con todo el dolor del mundo pronunció su sentencia:

—tengo una deuda contigo… permíteme cumplirla —la voz le temblaba, Bill no le hablaba de usted ni a sus padres y hacerlo con Tom fue como tragarse un vaso lleno de ácido, pero si no hacia las cosas bien realmente le iría peor, tenía que ser serio, esto no era un capricho, era su vida la que estaba en peligro, y siendo sinceros Bill prefería vivir a los pies de Tom que morir a mano de otro…

—Buena elección Bill… —dijo Tom sujetándolo repentinamente por la barbilla— se un buen perro y quizás algún día me canse de tu asquerosa cara, entonces te dejaré ir —cuando Tom lo soltó Bill sintió como si una tonelada de cemento estuviera sobre él, su cuerpo trastabilló levemente hacia delante. Tom  se alejaba con las manos en los bolsillos en dirección al bosque, Bill lo vio sacar su celular y marcar un número de memoria, mientras más se alejaba mas difícil era escucharlo, pero aún así Bill alcanzó a oír algunas palabras.

—Si linda, ya voy por ti, espérame justo donde estas Jess…

   Justo cuando Tom desapareció entre los árboles se dejaron ver las luces de una patrulla, Bill rápidamente se escondió detrás de un enorme tractor que estaba desechado en medio del pasto espeso, la patrulla pasó sin notarlo. El rubio pudo ver que sólo un policía iba en ella y no se parecía a los sujetos que habían estado persiguiendo a Tom… ahora que Bill se ponía a pensar en ello ¿Por qué diablos Tom lo arrastró con él? Jamás lo comprendería…

   Asustado se escondió cuando escuchó el motor de otro auto, pero no era patrulla, de hecho reconoció inmediatamente el ronroneo de su Audi… Salió de su escondite para ver a Aleia acercándose, le hizo una seña con la mano y ella se estacionó rápidamente a su lado, en su rostro se notaba la preocupación, el enojo y el miedo al mismo tiempo.

   Después de eso Bill le había explicado con todo lo que había pasado, él jamás le ocultaba cosas a su amiga y ella una vez mas no dijo nada, simplemente le ofreció su apoyo incondicional.

   Sea lo que sea que fuera a pasar a partir de ahora, después de haberse perdido a sí mismo a manos de otra persona, Bill sólo podía arrepentirse de haber ido tras Tom.



— ¿Y bien? ¿Qué demonios pasó chicos? ¡Son las tres de la madrugada! —Bill se sentía peor que cuando su propio padre le regañaba, bueno… es porque no le tenía tanto respeto a su padre como al de Aleia, su padre era más bien buena onda, el respeto estaba ahí pero no era una relación tan formal, por así decirlo.

—Lo siento… Señor Hans —pronunció Bill torpemente, pero no sabía que más decir. Fue un momento incómodo en el que se quedó sin palabra y el padre de Aleia comenzó a mover sus labios para decir algo pero entonces un sollozo les interrumpió, Bill se volteó alarmado y sorprendido hacia Aleia y mirándola con reproche aprovechando que el señor Hans no lo veía.

—papi… pasó algo horrible, querían… querían  —ella se deshizo en un histérico llanto pero a la vez sin dejar de parecer un pequeño conejito herido, inmediatamente su padre se acercó a ella para acariciar su pelo.

— ¿Qué pasó mi vida? —preguntó él con la voz aguada. ¡Joder! Bill quería vomitar, Valen Hans quería tanto a su hija que también se ponía a llorar si la veía mal, lo que él  no sabía es que Aleia lo estaba actuando todo… Bill bien que la conocía.

—unos chicos comenzaron a golpear a un amigo… fue tan espantoso papá, eran como diez chicos contra uno solo, Bill se metió a defenderlo —Valen se giro hacia Bill asombrado, notando por vez primera sus heridas y vendajes.

—oh Dios mío, ¿estás bien Bill? —preguntó preocupado.

—S… Sí señor, estoy bien —dijo Bill entrando en su papel, con un poco de suerte zafaban.

—algunos mas se metieron a la pelea para ayudar a Bill, pronto todo se volvió una confusión de golpes y gritos, todos se golpeaban, Bill me protegió y nos fuimos al auto, llame a la policía para indicarles la dirección para que vinieran a parar el disturbio, justo en ese momento se acabó mi batería…

—por eso tu teléfono estaba apagado… Dios, hija mía que susto me diste, menos mal que fue un malentendido…pero ¿Por qué Bill no contestaba su teléfono? —Bill pensó rápidamente.

—Después de la pelea fuimos a un hospital para que me atendieran —comenzó— después de curarme fue cuando busqué mi celular para llamar a mi padre, pero no pude encontrarlo, supongo que se me ha caído en medio de la disputa.

—De acuerdo, es entendible, pero ustedes deben comprender que algo así es muy serio, Bill pudo haber salido muy malherido, no volverán a ir a una de las fiestas de ese tal Dario, es peligroso ¿comprendido? —ambos asintieron como cachorros regañados, al parecer Valen se conmovió por ello y decidió perdonarlos totalmente— es muy tarde, suban a dormir, yo hablare con Erick, le explicaré lo ocurrido, muchas gracias por proteger a mi niña Bill, eres un buen chico —Bill le dio una sonrisa actuada y subió junto Aleia a la segunda planta, Bill se quedaba muy a menudo a dormir así que ocupaba la habitación justo al frente de la de Aleia, incluso tenía algo de ropa en ese lugar. Al principio, Bill se pregunto por qué Valen no desconfiaba de él, ¿no pensaba que él era capaz de pasarse al cuarto de Aleia y hacer cosas? Luego descubrió que la casa estaba plagada de cámaras y que no era bueno confiarse, pues estaban bien escondidas; seguro que Valen los vigilaba de ese modo, pero como Bill jamás haría nada malo con Aleia no tenía motivos para temer.

—uf!! Menos mal, y hasta te ahorraste tener que explicarle a tu padre —dijo ella sonriendo, Bill también lo hizo, de la que se habían librado… pero él todavía permanecía metido en una muy grande…

—Buenas noches linda —le dijo el besando su sien derecha, ella le devolvió el beso cerca del mentón y se metió a su habitación. Bill la imito, se quitó la ropa sucia y se entró a bañar, el agua mojó el vendaje que recientente le habían colocado, después de ceder ante el agua el trapo cayó de su cuello, Bill maldijo, había olvidado esa cosa, seguro que ahora no podría pegarla de nuevo, pero bueno la herida no le molestaba ni le picaba.

   Salió de la ducha y se miró a un espejo, su cara estaba intacta, su estómago tenía un color rojizo anaranjado que se pondría más oscuro con el tiempo, en su brazo habían marcas de dedos que fuertemente lo habían presionado, sus rodillas estaban rasmilladas, al igual que sus codos, tenía un montón de heriditas en la parte posterior de sus brazos donde las piedras le habían raspado cuando Tom… También estaban las heridas de su cuello, el corte que era una herida que parecía una pequeña boquita justo en el lado izquierdo de su cuello, rojita, no era muy larga, solamente algo profunda y al lado derecho estaba esa mancha roja, incluso podía ver algunas líneas que los dientes de Tom le habían dejado, un pequeño rasponcito de donde Tom obtuvo unas gotas de su sangre.

   Por alguna razón eso le ponía cachondo, pero estaba demasiado cansado incluso para masturbarse y mucho menos después de que Tom le hubiera hecho correrse en sus pantalones; maldición, ¡que humillación! Pero si Tom le había hecho eso… ¿era porque ya no tenía asco? Realmente no sabía que pensar de eso, se quedó dormido deprisa entre las limpias sábanas, no quería pensar en nada en ese momento.



— ¡Hey Bill! Hay un chico preguntando por ti en la entrada —le dijo Lance alcanzándolo, Bill lo miro confundido.

— ¿un chico? ¿Quién mierda es? —Lance se encogió de hombros suavemente.

—parece un maldito pandillero ¿Ahora coges con la escoria Bill? —le preguntó Lance molesto, Bill le mandó una peligrosa mirada que puso en su lugar al chico. Bill se lo había cogido un par de meses atrás y, como a todos, le había advertido que él no se involucraba sentimentalmente, el chico aseguró entender y estar de acuerdo pero el el blondo sabia que en realidad Lance quería algo con él… Usualmente se ponía lame botas a su alrededor, y trataba de llamar su atención.

—Escucha, tú y yo follamos hace algún tiempo y ahí quedó ¿comprendido? No somos novios, no somos amigos sexuales, es más ni siquiera somos amigos, conocidos y no más y si sigues jodiendo alrededor mío perderás también eso, ¿se comprende?

—No entiendo nada de la mierda que me dices —declaró fieramente el chico alejándose enojado, Bill alcanzó a notar como sus ojos se aguaban ligeramente, era una pena, Lance era un chico agradable; de hecho, de todos sus ligues (los que lograba recordar, claro) Lance era el que más le había gustado, tanto en la cama como con su personalidad especial, de verdad a le habría gustado ser amigo de Lance pero toda esperanza murió cuando el chico se había atrevido a pedirle una cita… después de eso Bill dejo de ayudarle con sus tareas y ya no hablaba con él, sólo lo saludaba cortésmente.

Era su regla de oro, nunca involucrarse.

—mira sus brazos, está tan… es un sueño…

—Mejor mira su moto, que se está cayendo a pedazos —dijo otra chica haciendo una mueca de desagrado.

— ¿será un ex convicto? —preguntó la primera totalmente emocionada con la idea, Bill la vio desabrocharse tres botones de la blusa del uniforme y arreglarse el pelo de manera coqueta— Amanda… que importa su ropa o su moto, mientras tenga ese cuerpazo.

¿De quién mierda estaban hablando?

—no le has visto la cara, podría ser un maldito deforme o un nerd… quizás tiene problemas de acné

— ¡Ay, no seas aguafiestas! Si no se saca el casco es porque es un tipo muy misterioso.

— ¿Cómo sabes si no lo conoces?

—solo lo sé y ya…

   Bill se alejó de ellas rápidamente, su conversación le provocaba jaqueca ¿Quién mierda era el tío caliente que tenia a todas las chicas del instinto mojando sus bragas? Un bocinazo horrible le hizo cubrirse los oídos, era espantoso y agudo, giró molesto para mandar a la mierda al hijo de puta de la motito, entonces se congeló.

   Su camiseta negra sin mangas dejaba al descubierto dos fuertes brazos, eran perfectos a pesar de algunas cicatrices visibles; un torso magnifico, como tallado a mano por un artista, Bill agradeció que la camiseta no ocultara las curvas que delineaban los músculos del pecho y abdomen; un pantalón azul oscuro ligeramente ancho cubría las piernas no dejando apreciar con detalle su forma; el casco verde oscuro ocultaba la cara del tipo pero el rubio podía saber quién era sin verlo, nada más con sentirlo u oler su aroma; un par de sus rastas negras escapaban por debajo del casco; Tom le hizo una seña simple con los dedos indicando que se acercara, pensó en correr pero… no tenía sentido.

   Se había olvidado, al menos conscientemente, de que cualquier día aparecía Tom Trümper buscándolo para reclamar su deuda, pero sabía que su subconsciente había estado esperando por ese momento y ahí, tres semanas después de que Tom le hubiera salvado la vida, estaba ahí, sentenciándolo a su condena.



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